Creo que ya se dijo: Cataluña es la cuarta región más endeudada de la eurozona, con casi 80.000 millones, de los que las dos terceras partes se le deben a ese Estado que no es ni líquido, ni sólido, ni gaseoso, y al que los independentistas catalanes acusan de robarle los hígados a Cataluña. No es así, lo que ocurre es más bien todo lo contrario: la Generalitat ha logrado financiar sus políticas, incluyendo una corporación televisiva que actúa contra la mitad de los catalanes, las embajadas de la Generalitat en el exterior, los salarios de los asesores del tontaina huido o las muy desproporcionadas retribuciones de sus dirigentes. Conviene aquí recordar que Puigdemont cobraba el doble que el presidente del Gobierno español y casi tres veces lo que cobra el presidente de Cantabria, y encima Torrá se subió el sueldo nada más llegar, poniéndose una paga extra más. Entre esos jolgorios financiados con dinero público y la fortuna que se fue a alimentar el tres por ciento del pujolismo, cada catalán soporta con el Estado y otras instancias una deuda superior a los 10.300 euros. Gracias a los 54.382 millones que hemos prestado todos los españoles a la Generalitat, abusando del Fondo de Liquidez Autonómica, un organismo que concede préstamos blandos a devolver en plazos de diez años, Cataluña puede pagar a sus profesores, sanitarios y funcionarios. Para entendernos, Cataluña se ha merendado ella sola casi el cuarenta por ciento de todos los fondos habilitados por los mecanismos extraordinarios de financiación, lo que la convierte en la comunidad que más dinero ha recibido del Estado para hacer frente a sus necesidades. De hecho, el principal hándicap de la independencia que corean Torra y los suyos es que Cataluña no está en condiciones de pedir dinero a los mercados y, por tanto, de hacer frente a un futuro independiente. Deben tanto y han gestionado tan mal sus emisiones, que la deuda de la Generalitat está calificada como de "muy basuraQ por todas las agencias. Solo les presta -abundante y generosamente- el mismo Estado español al que acusan de robarles.

Ampliar los plazos y mejorar condiciones de la deuda que mantienen con España o convertirla en deuda "perpetua" (eufemismo para referirse a una deuda que se demora "sine dieQ en el tiempo, que no se paga o no se sabe cuando se pagará) es la nueva estrategia negociadora de la Generalitat con el Estado, una estrategia que parece contar con la aquiescencia de la ministra de Hacienda. El vicepresidente económico de la Generalitat, Pere Aragonés, ha empezado por pedir que se descuente de la deuda con el Estado la "infrafinanciación" de Cataluña.

El caminar de la perrita, evidenciado por la decisión de Pedro Sánchez de negociar bilateralmente con la Generalitat, ha despertado el recelo del resto de las regiones. En ese contexto, una noticia de ayer en El Mundo, advirtiendo de los contactos y negociaciones ya iniciados entre Aragonés y la ministra Montero, provocó el inmediato rechazo de Fernando Clavijo: "No se puede permitir este trato a Cataluña de espaldas a las demás comunidades autónomas, ni creo que sea el mensaje a trasmitir". Es la verdad: aquí, con el sufrimiento de todos los ciudadanos (de algunos más que de otros) sí se han hecho los deberes. Canarias, con 7.000 millones, es la tercera región con menos deuda per cápita de España, pero Hacienda ni siquiera nos deja gastar el dinero ahorrado. Mientras, se estudia congelar la deuda de la Generalitat: eso es premiar a los manirrotos, cuando además insisten en ser desleales. Y todo por unos meses más de respiro a un Gobierno -el de Sánchez- que ni puede gobernar.