Sobre la campana nos anuncia que está escribiendo sus memorias, un proyecto en el que volcará recuerdos personales y políticos. Ricardo Melchior (1947) no desea interponer una línea colorada entre lo público y lo privado, una raya que divida sus vivencias al frente del Cabildo o de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, presidencia que dejó recientemente para entregar el testigo a Pedro Suárez López de Vergara. "La lealtad es una palabra que yo escribo en mayúscula, si no es así, prefiero prescindir de su compañía", argumenta en una fase de la entrevista en la que agita un pasado que todavía no parece estar cerrado al cien por cien. "Me siguen ofreciendo que continúe un rato más en política...", revela sin definir sus intenciones.

A usted le gustaba llegar pronto al despacho, pero ahora ya no tiene la necesidad de madrugar, ¿no?

Tanto en mi etapa de vicepresidente como presidente me levantaba a las seis y cuarto, y a las siete y media ya estaba entrando por la puerta del Cabildo. Si cogía la autopista antes de la siete llegaba con holgura, pero los días en los que me despistaba me comía el atasco... Ahora me estoy levantando a las cinco y medio. También es verdad que me acuesto más temprano.

¿Ahí no ha habido mejoras?

Son tantas las cosas que me he propuesto realizar que me falta tiempo para llevarlas a cabo. Yo no trabajo más que antes, pero sí tardo más en completar esos trabajos porque ahora no tengo la ayuda de una secretaria. Esa figura siempre fue determinante en las distintas obligaciones laborales que desarrollé. Debo confesarle que he tenido unas magníficas secretarias. Sin ellas habría acabado siendo un hombre medio muerto...

¿Qué porcentaje de culpa tienen esas secretarias en sus conquistas laborales y políticas?

Sin ellas no hubiera sumado algunas conquistas que nacieron a partir de la seguridad que me transmitían... Podía delegar en ellas porque conocían perfectamente los filtros que debían poner o no para optimizar la toma de decisiones en asuntos que podían ser determinantes para la Isla.

En la última conversación ya se dirigía en pasado cuando analizaba su perfil político. ¿Esa es una etapa completamente superada?

Los recuerdos políticos no se olvidan -sobre una pequeña mesa hay una colección de portarretratos en los que el dirigente nacionalista aparece junto a varios Premios Nobel- porque son 14 años de presidentes y 12 de vicepresidente de una administración poderosa. El Cabildo ya no es esa institución que dominaba el pulso económico, político y social de la Isla de Tenerife. Continúa siendo un órgano de gobierno destacado, pero durante los mandatos de Adán Martín y los míos fue considerada la tercera corporación más prestigiosa de España. Llegamos a tener en ejecución alrededor de mil proyectos: unos más grandes que otros, pero sumábamos el millar de inversiones...

¿Cómo explica la pérdida de ese "músculo" administrativo?

Yo no creo que todo lo que sucedió entonces fuera responsabilidad del presidente, más bien fue una labor de un equipo... Las acciones con peso necesitan estar respaldadas por la clase política, por los servicios técnicos y por la sociedad. Si no se crean alianzas con los ayuntamientos, con los empresarios y con los sindicatos es imposible avanzar en la dirección correcta. Esa fue una lección que aprendí de José Miguel Galván. Ese consenso que él me enseñó a valorar es lo que permite que las cosas sigan adelante cuando tú ya no estás, es decir, que si tienes algo que es importante para la ciudadanía hay que defenderlo, aunque en medio se cuelen alcaldes de distintos partidos políticos. Nadie está capacitado para tener el cien por cien de la razón, las grandes decisiones requieren de muchísima solidaridad. En 14 años habré llevado miles de mociones a los plenos, pero, sinceramente, creo que se pueden contar con los dedos de una mano las que no obtuvieron un respaldo mayoritario.

¿Pero ese "retroceso" del que usted habla no está vinculado con un ciclo económico distinto, es decir, condicionado por la crisis?

Sí. Eso genera unas limitaciones, pero al final todo depende de las prioridades que le den los políticos a su acción de gobierno.

¿Estar al frente del Cabildo en esos mandatos colmó todas sus aspiraciones, o llegó a pensar en un reto político de mayor calado?

¿Estar en el Gobierno de Canarias, por ejemplo?

¿Esa era una posibilidad?

No, nunca creí que esa fuera una opción para mí, pero antes tampoco me vi de vicepresidente del Cabildo y, años después, como presidente. Adán Martín me abrió las puertas de esa institución y, a pesar de que entonces había nombres con más experiencias políticas que yo, como José Carlos Francisco, Paulino Rivero, Miguel Zerolo, Miguel Ángel Barbuzano o Ricardo Tavío, él fue quien me hizo vicepresidente. Nunca he reclamado un puesto en política. Si me gustaba lo que me ofrecían lo aceptaba, y si no, les decía que no...

¿Entre esos ofrecimientos que sonaron en el pasado estuvo ser el candidato de su partido a la Alcaldía de La Laguna?

Y otras cosas (sonríe)... Aún me siguen ofreciendo que continúe un rato más en política, pero a día de hoy me encuentro muy cómodo en la situación en la que estoy. Soy el dueño de mi tiempo y eso algo realmente valioso a mi edad. Un amigo mío, Cándido Luis Díaz Sanjuán, me decía que "lo importante no es ser alcalde, lo más valioso es haber sido alcalde". Al principio no entendí bien el significado de lo que me trataba de explicar, pero cuando alcanzas la libertad de movimientos de la que gozo en estos instantes las cosas se ven de otra manera. Mis ataduras políticas forman parte del pasado.

¿Está seguro de que no caerá en la tentación de aceptar uno de esos ofrecimientos?

No le puedo asegurar al cien por cien que no lo vaya a hacer, pero a día de hoy esa es una posibilidad que no valoro...

¿Hay voces que continúan creyendo que su salida del "escaparate" político fue algo precipitada?

Yo avisé en 2011 que mi intención era no volver a presentarme a la presidencia del Cabildo.

¿Ese posicionamiento nunca se vio condicionado por la solidez de unos resultados electorales?

Lo único que pensé entonces es que llevaba 26 años en política y que dos más hubieran sido demasiados. Mi suerte es que todavía no me he encontrado a nadie por la calle que me diga. ¡Ya era hora! Siempre tuve claro que tenía que ser yo quien diera ese paso a un lado. Fue una decisión arriesgada y difícil, pero a la que no había que darle demasiadas vueltas.

¿A qué tipo de riesgos se refiere?

Las tres veces que un presidente anunció su marcha antes de agotar un mandato el partido al que representaba perdió el Cabildo en las siguientes elecciones. Pasó con José Miguel Galván, ocurrió con Tomás Padrón y se repitió en mi caso. Para que Coalición Canaria siguiera al frente de esa institución tenía que tomar una decisión que antes nadie tomó...

¿Va a involucrarse en la próxima campaña electoral?

¿Que si voy a hacer campaña electoral? No me lo planteo, ni tampoco me lo han pedido aún. Lo primero que deberían hacer, si lo que quieren es que está a su lado, es hablar conmigo. Campaña a favor de mi partido hago siempre, pero otra cosa bien distinta es participar en mítines políticos. Si me lo piden, lo tendré en cuenta.

¿Ha sentido el agradecimiento de sus compañeros por los resultados que mantuvo durante varios mandatos?

Más de la gente que no está dentro de Coalición Canaria que la que está... Nunca olvide que esta es una sociedad envidiosa en la que los mediocres se pasan la mayor parte del día conspirando contra otros porque su capacidad de trabajo es bastante limitada.

¿Cuáles son las sensaciones que le transmite Coalición Canaria en estos momentos?

CC no es una excepción en el amplio y difuso espectro político que se está dando en estos instantes en España y en Europa... Existe mucho desconcierto en torno a los modelos democráticos y los niveles de radicalización que se han instalado en los partidos. Canarias no es una excepción dentro las cosas extrañas que está ocurriendo en Brasil, Italia, Estados Unidos o en el resto del estado español.

¿Tanto ha cambiado el panorama político en relación al que usted conoció hace algo más de dos décadas y media?

La diferencia es como el día y la noche... En el pasado hablaban contigo para ofrecerte la posibilidad de entrar pero, además, eran necesarios unos avales que garantizaran que eras unas persona honrada y válida para desempeñar un cargo público. Hoy, en cambio, los profesionales que tienen una alta capacidad estratégica no quieren formar parte de la política. Los partidos, todos en general, están más preocupados de llenar sus listas de afiliados que de hallar personas que puedan aportar calidad. Los criterios a la hora de defender unos ideales han cambiado y, por lo tanto, lo primero que te preguntan hoy al entrar en política es cuánto voy a ganar cada mes.

De sus palabras se desprende que existe cierto conformismo.

Pero no es un conformismo que solo nos afecte a nosotros. Pasa lo mismo en Bélgica, Canadá o Italia. La política se ha llenado de gente que no se juega nada porque tienen un puesto de trabajo asegurado y esto se acaba convirtiendo en una etapa que pueden cerrar en cualquier momento de sus vidas. Insisto, en el pasado la última pregunta que hacías cuando te metías en la vida política era cuánto dinero te iban a pagar. Esa era una cuestión secundaria frente a la ilusión que tenías por trabajar por su tu municipio, isla o comunidad. Los partidos están siendo muy inconscientes a la hora de manejar sus censos de militancia. ¡Aquí no vale todo!

¿Echa de menos un poco más de calidad en la vida política?

En Canarias, en España y fuera de este país. Ya no hay grandes líder europeos como Adenauner, en Alemania; Churchill, en Inglaterra; el general De Gaulle, en Francia... Eran personas con más de 70 años que acababan de abandonar un conflicto bélico en el que fueron testigos de millones de atrocidades, pero fueron unos visionarios.

¿Alguna vez fue consciente de su liderazgo?

Pedro Lasso, que es un socialista convencido, dice que solamente ha habido dos políticos en Canarias cuyo valor estaba por encima del de sus partidos: uno de ellos era Alberto de Armas, que sumaba votos de todos los colores, y el otro Ricardo Melchior... Yo creo que ha habido alguno más, entre otros, José Miguel Galván o el propio Adán Martín.

Y para que las cosas no se olviden, mejor siempre tener a mano papel y un bolígrafo...

Eso es un defecto que tenemos los ingenieros. Difícilmente te vas a encontrar a uno que no lleve una pequeña libreta y un lápiz en su bolsillo, entre otras cosas, porque nos gusta separar el trigo de la paja.

¿Cómo es su relación con las nuevas tecnologías, especialmente, los ordenadores?

Mi relación con los ordenadores es un poco triste... Yo estudié Cálculo Numérico e Informática en cuarto de carrera. Por aquellos años la Escuela de Ingenieros de San Sebastián, que estaba adscrita a la Universidad de Navarra, era el corazón de la investigación de Guipúzcoa. Allí teníamos un IBM 1921 y el sistema que utilizábamos era el "Fortran 2". Durante los años de formación en Alemania amplié esos conocimientos con el "Fortran 4", que no era muy distinto al dos, y el COBOL, que sí que tenía unas variantes que comencé a aplicar en mi primer destino en Tenerife.

¿Ahí fue cuando empezaron los problemas?

Cuando ocupé el cargo de gerente de la Compañía Auxiliar del Puerto S.A. (Capsa) quise informatizarlo todo, pero durante una entrevista con el personal de una empresa de suministros me di cuenta de que el "Fortran 2", el 3, el "Fortran 4" y el COBOL ya formaban parte del pasado. ¡Volvía a llegar media hora tarde a mi encuentro con la informática! El "Apple 2" costaba unos dos millones de pesetas de la época, que era una cantidad que estaba fuera de mi presupuesto. Al final opté por un modelo más barato al que añadí programas de cálculos de estructuras y de análisis de costes que no eran compatibles con el ordenador. Cogí el equipo, con sus disquetes correspondientes, la impresora y otros elementos y se los di a un grupo de chicos que habían sido exdrogradictos y estaban trabajando en un centro que supo rentabilizar aquel equipo. A partir de entonces se dieron múltiples avances que yo delegué en mis secretarias. Ellas se manejaban mucho mejor que yo con los ordenadores.

¿La figura de la secretaria, pues, volvió a ser decisiva?

En aquella época, o te dedicabas al cien por cien a la informática, o te asegurabas la presencia de una buena secretaria a tu lado, porque te quedabas fuera...

En el tramo final de la entrevista su mirada debe ganar profundidad para tratar de identificar posibles errores de gestión. ¿Reconoce los fallos que ha podido cometer?

Seguro que me habré equivocado en más de una ocasión, pero le garantizo que cuando eso pasó, el primero que tomó la decisión de rectificar y pedir perdón fui yo. Cuando tomas cien decisiones al día es muy complicado acertar con todas. Lo importante es saber que si has hecho algo mal lo debes corregir de inmediato.

"Amante de la jardinería"

Ricardo Melchior tiene claro que "solo se vive una vez y que está por la labor de aprovechar el tiempo. Me encanta la agricultura, soy un amante de la jardinería y los animales... Lo que necesito en estos momentos es estar con mi familia".

Lealtades políticas

El lagunero no suele evitar la confrontación. Sobre todo, si esta le toca de lleno. "La lealtad es una palabra que yo escribo en mayúscula, si no es así, prefiero prescindir de ella".

"Escribir mis memorias"

El nacionalista cree que este es un buen momento para empezar a escribir mis memorias. Me lo han pedido por varias vías y al final me he sentado a hacerlo. Esa tarea ocupa una buena parte de mis obligaciones diarias".

La ayuda de los alemanes

El expresidente del Cabildo de Tenerife nunca ha negado las ayudas que encontró en Alemania a la hora de formarse. "Los recursos en casa estaban limitados y estudiar suponía un gran esfuerzo. Primero, aquí, en un segundo momento en el País Vasco y, finalmente, en suelo alemán. "Me trataron como uno más. Nunca me sentí excluido y las posibilidades de adquirir unos conocimientos superiores a los que podría haber recibido en España fueron un aliciente". "No me molesta que me llamen el alemán... Al contrario, estoy tremendamente agradecido a todo lo que hicieron por mí".

"Esto no es boxeo"

Con la entrevista acabada, Ricardo Melchior hace una última reflexión en torno al panorama político actual: "Al ciudada no le gusta ver cómo se reparten golpes el Estado y los que dirigen Canarias. Esto no es boxeo".