Si sorprendente fue el tiempo que presidió la eucaristía de final de las dos semanas de la peregrinación por Santa Cruz y La Laguna, con el zenit del encuentro de la Virgen de Candelaria y el Cristo de La Laguna, más llamativo resultó el gentío que se reunió en el regreso, en particular a la salida de Aguere. Cuando la procesión, con el trono al descubierto, llegaba al Padre Anchieta, ni los curas se creían la muchedumbre que desbordaba la avenida de la Trinidad. Estaba desbordado. Colapsado. Tanta gente hacia Geneto como por La Trinidad. Hasta el obispo echó manos del móvil para inmortalizar el momento. Quizás embargados por ese entusiasmo, Antonio Díaz, al llegar a la rotonda del Padre Anchieta, con la misma destreza del niño que hace bailar un trompo en la palma de su mano, "bailó" el trono de la Patrona de Canarias como salutación al santo. Solo faltó que los feligreses pidieran un bis.

De ahí, al colegio de las Madres Dominicas de Geneto, donde la comunidad escolar había preparado un canto para despedir a la Virgen de Candelaria. Luego, cambio a la cápsula de metacrilato, despedida del obispo -que en privado gastó la broma de la victoria del Tenerife como un milagro de la Patrona- y tiempo para un resuello, con un bizcochón que supo a gloria en la cocina de las religiosas. Allí la dominica Carmen Rodríguez protagonizó un entrañable saludo a Bernardo Álvarez, y los ediles Tito Pérez-Godiño y Jonathan Domínguez prolongaron su marcha hasta la iglesia de San Miguel de Geneto. "¡38.000 personas, eh!", era el cálculo de peregrinos en La Trinidad, mientras Pedro Suárez, el presidente de la Autoridad Portuaria, se perdía entre la marea humana.

En Geneto, Guedes sacó su "artillería" en forma de folías a la Patrona, con grupo de baile incluido. Y hasta el cielo lloró. Primer palo de agua. La Virgen dejaba La Laguna y se adentraba en Santa Cruz, en El Sobradillo, entre los cantos del coro de la parroquia de La Candelaria, en La Cuesta, que animó todo el trayecto.

En El Sobradillo, profesión de fe de la concejala del Suroeste, Gladis de León, que se reconoció emocionada y creyente. Entre los cantos, una joya de canción que interpretó una joven para despedir de la capital a la Patrona.

De nuevo, chichi-chipi. Se hacía duro el trayecto y la "guagua escoba" era un regalo del cielo. La comitiva pasó de largo por La Gallega y en el cementerio de Santa Catalina, el vicario general y párroco de La Gallega, Antonio Pérez Morales, protagonizó una oración por los vecinos allí enterrados, en un momento de gran emotividad. La comitiva llegó a El Humilladero. El alcalde de El Rosario demostró vocación: en vela para entregar solo el bastón, sin discursos. Y luego, en Llano Blanco, para despedir a la Virgen. Pero siguió el trayecto, junto al delegado de la visita, Jesús Agüín. De nuevo, otro palo de agua antes de abandonar el cruce a Radazul. Para entonces, la comitiva ya acumulaba un retraso de una hora que, de no haber sido por el cambio de hora, serían dos. Entre bolsas de basuras como chubasqueros, los peregrinos desafiaron a la lluvia para entrar por Barranco Hondo hasta devolver a la Patrona a su Santuario, en Candelaria casco.