La principal conclusión de la segunda jornada del juicio por la muerte de una mujer a manos de su pareja en La Laguna en abril del año pasado es que el autor confeso, José I.D.E., vivía en un mundo paralelo y recurría de forma compulsiva a las mentiras para mantener felices a sus seres más queridos.

La madre del acusado señaló que la víctima era como una hija para ella y que el imputado "es un mentiroso. Nos tuvo a todos engañados". Recordó que, tras haberle pagado la carrera de Bellas Artes, al final descubrieron que nunca la había acabado. Tras conseguir un trabajo como profesor, tuvo que dejarlo cuando le requirieron un título que no tenía.

Entre lágrimas y tapada por un biombo, la madre indicó que siempre intentó que no se separara de la fallecida y de hecho pensaba que su relación "era ideal. Eran tal para cual y se protegían mutuamente". Achaca parte de lo ocurrido a la afición que su hijo desarrolló por los juegos de rol y a partir de aquí se inventó "una doble realidad para tenernos a todos contentos, pero de contentos nada". No se cree que haya intentado quitarse la vida colgándose de una rama, "porque si alguien se quiere matar, se mata". Finalmente, pidió disculpas a la familia de la fallecida. Su padre adoptivo desde que tenía nueve años redundó en el mismo sentido: el imputado mentía continuamente, tal y como les confirmó el psicólogo que lo trató durante un tiempo.

La que fue su pareja en la relación paralela que mantuvo durante los últimos meses también declaró detrás de un biombo y señaló que al principio no sabía que estaba viviendo con la fallecida. A partir de aquí descubrió "que siempre mentía. Él mismo me reconoció que se había pasado la vida mintiendo". También le confesó que tenía impulsos agresivos que no podía controlar aunque normalmente se mostraba muy cariñoso y atento. El día del asesinato estuvo con él y lo notó muy tenso pero le aseguró que era por motivos de trabajo y que los arañazos en la cara se los hizo su perro.