Las psicólogas que analizaron al acusado de matar a su pareja el pasado año en La Laguna, José I.D.E., descartan que sufra algún tipo de patología que le impidiera ser consciente de que estaba cometiendo un delito. Ambas certificaron que el autor confeso del crimen sufre mitomanía, tendencia compulsiva a mentir, pero dicen que lo hace para obtener algún tipo de beneficio. Ayer comparecieron varios agentes de la Policía Científica que inspeccionaron la casa donde ocurrió el suceso, en el Camino La Rúa. Allí hallaron el objeto que causó la muerte: una pieza metálica de tres kilos con la que golpeó tres veces a la mujer. El lugar también aparecía repleto de agua usada por los bomberos para apagar el fuego con el que el acusado intentó un día después borrar las huellas del crimen. Alrededor del cuerpo había bombonas que no llegaron a estallar. La víctima tenía lesiones muy graves. Los policías que le tomaron declaración coinciden en resaltar la tranquilidad que siempre mostró el imputado. Su relato no siempre es coincidente con el seguimiento que se hizo de sus tarjetas bancarias y su móvil. La autopsia determinó que la mujer no murió a causa del incendio y que en sus uñas se halló ADN de un hombre que no pudo ser identificado por estar mezclado con el suyo propio. También se comprobó que por aquellas fechas estaba tomando antidepresivos. El fiscal estima que se trata de un asesinato sin premeditación, pero que fue ejecutado con crueldad innecesaria, ya que el primer golpe era mortal de necesidad y con el agravante de parentesco. La abogada del Instituto Canario de la Igualdad solo discrepa en que sí existía una relación de superioridad del hombre con respecto a su pareja. Todos ellos piden 25 años de cárcel y una indemnización a los herederos que oscila entre los 30.000 y los 180.000 euros. La defensa está de acuerdo en que merece "pudrirse en la cárcel", pero cree que no se le debe condenar más allá de los que le corresponda, es decir, entre 10 y 15 años por un delito de homicidio.