Violencia de género, violencia machista, violencia contra la mujer... puedes llamarlo como quieras, pero el fondo siempre es el mismo: violencia. Un total de 44 mujeres han fallecido en España durante este año debido a agresiones que se basan en creencias machistas, dos de ellas, en Canarias, según los datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

Jénnifer Sofía Hernández Salas fue asesinada el 20 de enero en el municipio de Los Realejos, convirtiéndose en la primera víctima de violencia machista de 2018. La mujer, de 46 años, recibió dos puñaladas por su marido, Esteban Hernández Déniz, de 66, con el que había mantenido una relación durante 10 años y del que estaba en trámite de separación.

El 8 de junio, en Las Palmas de Gran Canaria, María Soledad Álvarez Rodríguez, de 49 años, fue acuchillada por la espalda por su marido, Ángel, de 64 años. El presunto asesino quiso suicidarse haciendo explotar con gas la vivienda, en la que residían junto a sus dos hijos de 12 y 14 años, que en ese momento estaban en el instituto.

El 16 de julio también sufrieron las consecuencias de la violencia machista Paula Teresa Martín, de 40 años y sus dos hijas de 2 y 5 años. Todas fueron estranguladas a manos de la pareja de la primera, Israel Rodríguez, que se suicidó posteriormente. Estas tres últimas muertes no están contabilizadas oficialmente porque aún se encuentran en investigación.

Según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en las Islas este año ya se han registrado 4.108 denuncias por Violencia de Género en los dos primeros trimestres del año. La tendencia del número de denuncias ha ido creciendo y tanto en 2017 como en 2016, se superaron las 9.000. Para Beatriz Barrera, adjunta especial de igualdad entre mujeres y hombres y Violencia de Género en Diputado del Común de Canarias, este crecimiento es positivo, ya que se entiende como una mayor "conciencia social".

Sin embargo, aún hay mucho donde trabajar porque en España, y según los datos provisionales de la Delegación del Gobierno para la Violencia Machista, el 70,5% de las víctimas mortales no denunciaron. "No denuncian por la situación de terror en la que viven, y tenemos que incidir en la ayuda a estas víctimas", resalta Barrera.

La adjunta especial recuerda que las víctimas de violencia machista "viven con miedo las 24 horas del día". Por esta razón, aboga por instaurar en las Islas "herramientas" como la de los perros de protección. Concretamente, en el municipio madrileño de Parla ya hay mujeres que se apoyan en los cuidados de este animal de compañía adiestrado específicamente para ejercer esta labor social, ya que les ayuda a superar el miedo a ser agredida por sus exparejas en esos momentos en los que la policía no puede llegar.

Pero los asesinatos son la punta del iceberg de la violencia de género, porque las actitudes machistas están incrustadas como una espina en un pedazo blando de carne en una gran parte de la sociedad. Los piropos escupidos desde el otro lado de la calle, el miedo a volver a casa por la noche, los abusos sexuales no penalizados, el irrompible techo de cristal, el acoso por redes sociales y la prostitución se configuran en el día a día de cualquier mujer como un bloqueo más que impide hacer una vida en las mismas condiciones que un hombre.

La prostitución es quizás una de las formas más sangrantes de la violencia machista. Al contrario de lo que se suele pensar, Barrera concluye que "no es la profesión más antigua del mundo, sino la forma más antigua de violencia hacia la mujer". Esther Torrado, licenciada en Ciencias Políticas y Sociología y Trabajo Social y profesora en la Universidad de La Laguna (ULL), ha dedicado dos años de su vida a investigar este fenómeno en las islas y concluye que más del 90% de las mujeres que la ejercen lo hace por necesidad o coacción.

"La prostitución se ha convertido en un negocio criminal en España", relata Torrado, que afirma que actualmente es un sistema erigido en la trata de mujeres. Los consumidores son en su mayoría hombres sin un perfil concreto, pero sí con dos discursos diferenciados. "Está el misógino que considera a las mujeres sucias e interesadas, y el mercantilista, que ve la prostitución como una forma más de ocio", explica la profesora. Esta última visión es la "más dura", pues es la que prevalece entre los jóvenes.

"Hemos pasado muchos años sin información sobre el tema" y es por esto que actualmente es considerada como una actividad de ámbito privado para el consumidor. Mientras, la mujer en este escenario se encuentra muy visible y cosificada.

Todos estos obstáculos solo podrán ser salvados cuando la unión haga la fuerza y cuando el miedo se transforme en valor, porque debemos poder seguir viviendo y hacerlo seguras, libres y bajo las mismas reglas.