La alcaldesa de Güímar, Carmen Luisa Castro, lleva camino de convertirse en celebrity nacional, gracias a su nueva aparición como patrocinadora de la obra "Grandes Éxitos" de Jorge Javier Vázquez, conductor del programa favorito de la alcaldesa, "Salvame", al que la doña gusta de acudir de vez en cuando -a veces acompañada con cargo al erario público de una claque de vecinos- para contar sus ocurrencias. Las últimas, su polémico apoyo a la continuidad de los restos de Franco en el Valle de los Caídos, o la petición de trasladar el monumento a Franco de la rambla de Santa Cruz a un terreno de su municipio.

No es la primera vez que Luisi Castro se gasta los cuartos del ayuntamiento en patrocinarse a sí misma de distintas formas. Del escándalo sobre los parques acuático-temáticos (con publicidad pagada) que prometió en la pasada campaña electoral y de los que no ha vuelto a saberse nada, a la financiación con dinero público de una fiesta cutre para mujeres entre las que se elegía a Miss Follometría, a la más salida y otras similares zafiedades, todas sus tonterías cuestan dinero. Lo de ahora, traerse a Güímar la representación de la comedia de su personal amigo Jorge Javier, el que la lleva a "Sálvame" cada vez que la alcaldesa quiere proyectar nacionalmente sus excentricidades, le va a costar a Güímar casi 32.000 euros que ella ha prometido que facilitarán empresas privadas. Sin citarlas, como suele. Porque al final, casi todos los caprichos temerarios de la regidora se pagan siempre con los impuestos de los vecinos. Y se pagan sin mucho control, como demuestran las sucesivas denuncias a la alcaldesa y el "alcaldeso" por abonar facturas de forma indiscriminada.

Este consistorio, tan proclive a gastarse el dinero en ferias, espectáculos y viajes de promoción a los platós de Telecinco, es el mismo que ha sido incapaz de resolver su problema de depuración de aguas residuales. El mismo que cobra a los vecinos por un servicio -el de tratamiento de aguas- que no presta. El mismo que ya ha dicho que no piensa pagar la multa por contaminar el acuífero y verter aguas negras a los mares colindantes, impuesta por la Unión Europea.

Es el mismo Ayuntamiento incapaz de cerrar acuerdos con los municipios cercanos para administrar el polígono industrial, el mismo que prefiere trazar en color azul pitufo fronteras ente los municipios de las islas, antes que ponerse de acuerdo con ellos para dejar de verter basura al mar. Lo asombroso es que a esta señora el incumplimiento de las promesas electorales, la pésima gestión de los asuntos competencia de la Alcaldía o el ridículo permanente al que somete al municipio no parecen restarle un solo voto. Son los misterios de la democracia: se llevan bien con las ocurrencias de la alcaldesa.