Por primera vez en la historia de la democracia española, y por una ocurrencia de los partidos con representación en el Parlamento de Canarias, una urna electoral contendrá al final de la jornada papeletas de distintos colores. No me refiero a las que se cuelan por error, sino al hecho básicamente absurdo de que usted depositará en la misma urna dos papeletas que corresponden al mismo proceso electoral, pero a dos circunscripciones distintas. Algo así como si en las elecciones generales introdujera usted en la misma urna la papeleta blanca del Congreso y la sepia del Senado.

Los grupos del Parlamento de Canarias han decidido que para la gente común puede resultar agotador meter la papeleta de la circunscripción regional en una urna y la de la circunscripción insular en otra, y han decidido por unanimidad que las metan las dos en la misma. Han consensuado un acuerdo que -dicen ellos- regulará la votación de los ciudadanos en las próximas Elecciones regionales, donde los electores dispondrán de dos papeletas de diferentes colores, una para la circunscripción regional y otra para la insular, pero solo de una urna para meterlas.

El acuerdo se logró a última hora del martes pasado por los cuatro partidos que propusieron la reforma del sistema electoral, y a última hora se sumaron también Coalición y los gomeros de Curbelo. Sus Señorías están muy contentas porque creen que el asunto simplifica la cosa para los votantes. En realidad yo no lo veo así: yo creo que lo que implica es establecer un sistema nuevo y único para votar en Canarias en las elecciones regionales, distinto al que se aplica en las elecciones locales -ayuntamientos y cabildos- o en las generales -Congreso y Senado-. Además, el sistema les complicará la vida a los interventores y apoderados, que deberán separar por colores los sobres antes de empezar a contarlos, lo que retrasará el recuento y producirá muy probablemente impugnaciones por papeletas de una circunscripción coladas en el recuento de la otra. Un lío, cuyo objetivo no se entiende. O sí. Quizá lo que se pretende, una vez que ha quedado claro que la lista regional tiene que ir en su propia papeleta (y no como querían el PP y Nueva Canarias), es que se produzca un cierto efecto de arrastre entre ambas listas, la insular y la regional.

Es chocante que algunos de los partidos que más han peleado por este asunto de la reforma, Nueva Canarias y el PP, hayan maquinado tanto para evitar que los ciudadanos de Canarias puedan votar a una candidatura encabezada por alguien que se ofrece para ocupar el puesto de presidente del Gobierno. Y es una pena, porque con la birria de reforma electoral que al final nos hicieron (poco más regalarse a sí mismos diez nuevos diputados, que habrá que pagar entre todos) lo más interesante de la reforma era la existencia de una lista que obligaría a crear una nueva clase de líderes políticos en Canarias, votados por fin por todos los canarios: eso era la lista regional, y sigue siéndolo, pero ahora casi ni se va a notar, porque la confunden y mezclan con la lista de cada isla. Para este viaje?

La cuestión es que además no está muy claro que al final prospere la ocurrencia del Parlamento. Me huelo que Sus Señorías no se han leído entero el dictamen del Consejo Consultivo sobre este asunto... Pero seguro que en la Junta Electoral se toman la molestia de hacerlo.