Los tiempos no pintan demasiado bien para las monarquías. No es esa la razón de que lleve ya un año sin escribiros. Me confieso súbdito de Baltasar, Melchor y Gaspar. Disculpad mi abandono, pues no ha sido del todo voluntario. Me hubiera gustado que esta carta fuera de puño y letra, pero armaba un lío al periódico con los tipos de letra y las tintas? aún así, es igual de personal. Igual que cuando escribía textos o versos en cualquier trozo de papel.

Bueno, allá voy. Quiero pediros abrazar y que me abracen. Para mi grupo de amigos: salud y mil historias para echar unas risas cada vez que las recordemos, que serán muchas y aparecerán cada reencuentro. Para el país del que formo parte porque así lo siento, para España, traed millones de afectos, esos que tanto faltaron en 2018. Para los que mandan, oídos, por si perdieron la costumbre de escuchar. Para el amor, amores. Para el tiempo perdido, algo que perder.

Pido, queridos Reyes Magos, como cada año, que no me falten los sueños: porque, sin ellos, nada somos. Pido estrellas que iluminen, y lunas que mirar, y horizontes que tiren de mis pasos sobre las olas de todos los mares. Luz, siempre. Pido que te enamores de la vida cuando la vida falte. Que regresen los amigos con los colores de la alegría colgados de la voz. Pido que la felicidad no se vaya. Pero que no se vaya de nadie que la tenga y que llegue a los que la desconocen. Y que se quede con ellos.

Que la ternura sea por fin reclamada en cada rincón, como por decreto, por todos los seres y enseres de la tierra. Que los buenos sentimientos no pasen de moda. Que no venza la tristeza en ninguna guerra ni batalla. Que nos levantemos tras cada caída. Que resucite Stan Lee y siga inventando personajes de cómics igual de extraordinarios que los de siempre. Que vuelva Leonard Cohen cantando el Hallelujah. Que no me falles. Que me mientas, si es preciso, para que los pájaros negros no revoloteen sobre mi cabeza. Que importen los minutos más que las eternidades. Abrazar y que me abracen. Os pido, majestades, que no reine la idiotez.

Que no doble las piernas, ni tiemble, frente a los totalitarismos y su constante presencia. Caminar. Brindar para que vaya bien. Que este 2019 sea más políticamente incorrecto, más rebelde. Quiero decir que sea más tolerante y menos censor, más libertario y menos doctrinario. Que por fin sean a todo color los sueños en blanco y negro. Que la estupidez se rinda, que no pierdan siempre los mismos. Que los ganadores sean menos cínicos. Que el amor no lleve fecha de caducidad.

Que no nos roben el día de Reyes, como Halloween nos robó el Día de Todos los Santos. Que el dolor desapareza por arte de magia... o por arte de la medicina. Que aprendamos a querer lo sencillo: ese triunfo que las cosas pequeñas llevan en la manga del destino. Que los fantasmas sepan abrazar. Que recuperemos o tempo perdido. Que la melancolía nos deje en paz de una vez.

Que sigamos creciendo hasta volver a ser aquellos, tan pequeños, que pisaban el rocío de la mañana para conquistar el mundo. Que la soledad no tenga las uñas afiladas. Que siempre tengas ganas de verme. Que las lágrimas sepan a felicidad. En fin, queridos Reyes Magos, he tardado en escribirles estas cuatro letras pero ya ven que no he perdido el tiempo. Les dejo tarea y, eso sí, les estaré eternamente agradecido. Ah, y al lector de este escrito, si no es mucho pedir, que le toque el Niño. Lo de la salud es irrenunciable.

Feliz domingo y feliz año nuevo.

adebernar@yahoo.es