Estudiante, 20 años y sin formación en informática; tenaz, solitario y, sobre todo, enfadado con la clase política de su país. Este es el perfil del joven que se ha confesado autor de uno de los mayores ciberataques cometidos en Alemania, con un millar de afectados, entre ellos la canciller, Angela Merkel.

Las fuerzas de seguridad han descrito hoy así al joven que ha desatado una tormenta política en Alemania, al filtrar 8,3 gigabites de datos personales de políticos, artistas, actores y periodistas, desde números de teléfono y direcciones de correo electrónico que se podían encontrar en la red a fotografías privadas y diálogos íntimos en aplicaciones para móviles.

"El motivo parece ser su enfado general con la política", explicó en rueda de prensa el presidente de la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA), Holger Münch.

Aparentemente solo, encerrado en su cuarto en la casa de sus padres en Hesse (oeste del país), con mucho tiempo por delante y una buena conexión a internet, este joven, cuya identidad no ha trascendido, se dedicó durante todo un año a recopilar información privada de aquellas personalidades públicas que le decepcionaban.

De una gran mayoría, como sucede en el caso de la canciller, apenas logró una cuenta de correo electrónico y un teléfono que se podían encontrar buceando con cierta pericia por la red.

Pero en ciertas ocasiones logró ir mucho más allá e irrumpir en el ámbito privado de algunos afectados: el copresidente de Los Verdes, Robert Habeck, ha visto cómo se difundían conversaciones personales que él había mantenido con su familia en la red social Facebook.

El presidente de la BKA explicó que el joven logró piratear las cuentas de algunas de sus víctimas con un programa informático capaz de hacer saltar las contraseñas a base de probar combinaciones, pero no instaló software malicioso en los dispositivos de los afectados para espiarles, como habría hecho un ciberdelincuente profesional.

A continuación, colgó la información -ordenada en paquetes por personalidades- en cincuenta servidores fuera de Alemania, con el objetivo de dificultar la investigación de las autoridades de su país y que, de un movimiento, se pudiese bloquear la difusión de los datos.

Entonces abrió dos cuentas en Twitter, @g0d y @_0rbit -ya cerradas por la red social-, para divulgar su hazaña y, a modo de calendario de adviento, comenzó en diciembre a publicar a diario enlaces a la información que había sustraído.

Primero, filtró los datos de artistas y actores y a finales de mes soltó de golpe los paquetes de numerosos políticos alemanes, entre ellos muchos miembros del Bundestag (cámara baja), principalmente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), pero también de La Izquierda, Los Verdes y el Partido Liberal (FDP).

La ausencia de políticos de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) entre los casi mil afectados por el ciberataque hizo que se especulara en un primer momento con una "motivación política", algo que descartó hoy Holger de forma provisional, al señalar que "no hay indicios" de que el joven pertenezca a círculos de extrema derecha.

El autor confeso del ciberataque cometió bastantes fallos durante toda la operación, según varios expertos informáticos, que han asegurado que el joven dejó muchas "huellas" que han facilitado finalmente su detención.

Entre otros, citan que chateó desde las dos cuentas de Twitter con diversas personas, incluidos periodistas, y que se vanaglorió de sus acciones, dando pistas sobre su identidad.

Ahora el joven se ha topado con la realidad del mundo analógico: la Oficina Central para la lucha contra la Delincuencia en Internet (ZIT) de la Fiscalía de Fráncfort le investiga por presunto espionaje y publicación no autorizada de datos personales.

Estos delitos están penados en Alemania con hasta tres años de cárcel, aunque el sospechoso, al ser considerado menor de edad a efectos legales, se enfrentará probablemente sólo a medidas de tipo correctivo.

Cazado, el joven se ha ofrecido a colaborar con la policía y se ha mostrado arrepentido, y la justicia le ha dejado de forma provisional en libertad, ya que se considera que no hay peligro de fuga ni posibilidad de que destruya pruebas.