A las vacaciones navideñas se agregó la propina del lunes que nos permitió completar un grato periplo por las Islas Verdes, una entidad nominal creada por el actual Parlamento de Canarias que, con la reforma electoral en esta triste legislatura y para complacer a partes interesadas, rompió el acuerdo más oportuno, justo y solidario de nuestra historia democrática.

No está de más recordar que el enunciado -que bautiza una ley compensatoria de insoportables desigualdades de desarrollo- se refiere a El Hierro, La Gomera y La Palma, que "están solas en la defensa de la triple paridad y seguimos pagando los excesos del pleito capitalino, que está vivo y coleando en una de sus peores fases, y las consecuencias de las moratorias proteccionistas que sólo se aplican donde no es necesario", según un viejo amigo.

Comprobé otra vez que los esfuerzos herreños en busca de la sostenibilidad no tienen precedentes ni comparaciones posibles en ningún otro lugar del mundo; así que, además del éxito cosechado con la valiente experiencia de Gorona del Viento, El Hierro recibe una notable y selecta cuota de visitantes atraídos por la apuesta de la suficiencia energética, que se suman a los viajeros que buscan paisajes vírgenes y libres de las servidumbres de la masificación.

En La Palma y frente a una chica y ruidosa crítica urbana, la mayoría ciudadana, repartida por todo el espectro ideológico, espera el final de la tramitación parlamentaria para contar con una Ley de las Islas Verdes que permita actuaciones turísticas, razonables y moduladas, para diversificar su economía, dependiente ahora de la agricultura y de los sueldos y subsidios públicos. Otro amigo, político en activo, lamenta las carencias de la clase empresarial, de una parte y, de otra, que sólo se cuente con "meros promotores, con mayor o menor experiencia, en busca de inversores externos".

En La Gomera, con una espectacular presencia de visitantes y plena ocupación hotelera, un tercer amigo se lamentó de un problema común para las Islas Periféricas - oí otra vez el viejo término - "y es la diferencia del precio de los combustibles que, en el llenado del depósito de un utilitario, supone diez euros más que en Tenerife y Gran Canaria. En este caso si se unieron a las infructuosas reclamaciones de los damnificados Lanzarote y Fuerteventura que, sin embargo, se olvidaron de los logros posibles con la triple paridad". Esa es la canción de tres islas.