En ausencia de Pedro Sánchez, aquejado de alguna extraña urticaria que le impide codearse con ciudadanos de Canarias que no sean de su propio partido, Fernando Clavijo tuvo ayer la oportunidad de fajarse con dos miembros del Ejecutivo de Sánchez: el ministro de Interior, Grande-Marlaska, y la ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, que asistió en nombre del Gobierno español, y después de que Pedro Sánchez cancelara inopinadamente su asistencia al acto convocado en celebración del nuevo Estatuto, alegando problemas de agenda. La ministra se descolgó en el Alfredo Kraus con un discursito muy en plan tirarnos de la oreja y esconder la mano y blablabla, que discurrió sin mucho recorrido. El comentario general, a toro pasado, es que la doña no se habría marcado un discurso así en Cataluña. Es verdad: aquí no tenemos cedeerres, somos demasiado educados, aunque a este paso todo se andará. Hasta le aplaudimos al final, aunque menos. El resto del acto institucional fue más de trámite. Asistieron lo que antes se identificaba como "fuerzas vivas" regionales: las patronales, los sindicatos, los diputados y senadores de las Cortes, y el conjunto de las fuerzas políticas canarias, con la excepción de Podemos, cuya portavoz en el parlamento decidió no asistir para protestar probablemente por algo, que (de verdad) no me ha quedado muy claro.

En una intervención que empezó accidentada por un fallo de batería del Power Point, salvado por Clavijo con guasa, el presidente destacó que el Estatuto es un logro común de la ciudadanía de las Islas y una herramienta de progreso que impulsará económica, social y políticamente Canarias para el siglo XXI y dibujará el presente y el futuro de las Islas. Con evidente intencionalidad, pero sin denotar cabreo por la ministrada, Clavijo insistió en recordar la absoluta vigencia del principio de solidaridad interterritorial para lograr que la población de las Islas pueda acceder a condiciones de vida similares a las medias nacionales, en cumplimiento de las disposiciones estatutarias y del REF. Antes de iniciarse el acto, en la primera reunión de la Junta de Seguridad que se celebra en ocho años entre Canarias y el Gobierno de Madrid, Clavijo había pedido a Grande-Marlaska convocar la Comisión Mixta de Transferencias para pedir las competencias de salvamento marítimo, prisiones, vigilancia y seguridad privada, en cumplimiento de lo que establece el nuevo Estatuto. También recordó que la Autonomía es Estado y pidió al ministro que la Guardia Civil mantenga su presencia en las principales sedes de la Comunidad Autónoma, una declaración con clara significación simbólica en los tiempos que corren, que le fue agradecida por el ministro.

El sábado, cuando tire de nuevo de Falcon y venga por Canarias a reunirse solo bajo el arropamiento de los suyos, Sánchez habrá consumado el error que supone despreciar a una administración y a un territorio en la celebración de sus vínculos constitucionales con el Estado. No sé quién le convenció de que era mejor no estar en el acto cívico de una región en la que la inmensa mayoría de sus partidos y ciudadanos respetan la Constitución y defienden la integridad territorial española. Al acto de ayer solo faltaron Podemos y Sánchez. Otro gesto más de un presidente que ha elegido mal a sus aliados, y a quienes no lo son, los desprecia. O manda a su ministra a regañarles.