Ha tenido que irse Mariano Rajoy y, sobre todo, ha tenido que llegar Pablo Casado, para que José María Aznar decidiese volver por todo lo alto al partido que lideró y pidiese en voz alta y con rotundidad, por primera vez en al menos cuatro años, el voto para el PP.

A este PP sí, al PP de Pablo Casado. Porque hasta que no ha llegado su pupilo a la planta séptima de Génova no se daban las condiciones.

"Ya era hora", ha sido la frase más escuchada tras este discurso por numerosos dirigentes que valoraban que Aznar vuelva a pedir el voto para los populares. Aunque algunos lamentaban que se haya pasado tanto tiempo poniendo más de una zancadilla y sugiriendo, incluso, que éste no era su partido.

Génova se ha volcado en su recibimiento a Aznar, a quien Casado y Teodoro García Egea esperaban a las puertas de Ifema y después le aguardaban también, en la segunda entrada, los candidatos de Madrid Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida.

Pero el auditorio le ha recibido con frialdad y aplausos discretos al principio. Cuando ha subido al escenario, eso sí, la convención ha recibido en pie a su expresidente, como hizo ayer con Mariano Rajoy.

Había mucha expectación, y también mucha contención -solo se emocionaba al principio Ana Botella, que no ha contenido las lágrimas-, en este auditorio abarrotado para escuchar a Aznar, que no participaba en un gran acto del partido desde la convención de 2015, aquella en la que preguntó "dónde está el PP".

Pues parece que hoy lo ha encontrado. Y en este discurso de ensalzamiento de su legado y de enaltecimiento de su heredero ha dado mensajes claros que no se prestaban a segundas lecturas. Ya lo ha dicho él mismo, no quería "dejar nada a la interpretación".

Así que tras, media hora de aplausos que iban cogiendo calor, Aznar ha puesto en pie a toda la convención cuando ha proclamado que, "desde ahora", pedía el voto para el partido.

Un líder provincial valoraba que Aznar se vuelque de nuevo con el PP pero advertía de que tiene que seguir haciéndolo de aquí a las citas con las urnas.

Porque han sido muchos años, recuerda este dirigente, los que el expresidente ha estado despistando al electorado e incluso provocando que muchos se fueran y votasen a otras opciones como Vox, ahora en auge.

Lo que ha sido también inevitable es la comparación entre el discurso de hoy y la intervención que hizo Mariano Rajoy ayer.

En el caso de Rajoy, en el PP explican que fue el expresidente el que eligió el formato de diálogo con Ana Pastor.

Y quedó claro que su intención no era la de venir a dar recados, consejos o lecciones. Para eso, bromeaba un ''barón'' regional hoy, ya está Aznar, que siempre ha sido "más de meterse".

Aunque otro dirigente ponía en valor que, cada uno a su manera y cada uno "desde su posición", Rajoy y Aznar han reivindicado en sus intervenciones de esta convención "la esencia" del PP.

Sea cual sea la percepción de unos y otros, ha quedado patente que Rajoy optó por la discreción prometida en su marcha y sólo por un momento reivindicó su gestión y pidió al PP que huya de sectarismos.

Mientras, Aznar ha presumido de gestión, ideario y figura, y se lo ha legado todo a Pablo Casado.

Y no se ha acordado ni un segundo de la etapa de Rajoy, ni siquiera para sumar una crítica más. Daba la sensación de que para Aznar dicha etapa no ha existido. Borrón y cuenta nueva.

Hace ahora poco más de tres años, en diciembre de 2015, José María Aznar volvía por sorpresa a la calle Génova y se presentaba en el Comité Ejecutivo Nacional del PP para leerle la cartilla al partido por perder la mayoría absoluta, mientras pedía un congreso abierto para elegir nueva dirección. Es decir, elegir un relevo para Rajoy.

Hoy, Aznar ha regresado por todo lo alto al PP para celebrar que ese relevo sea Pablo Casado y bendecir a su pupilo como líder incontestable del partido.