Los mineros entraban ayer en la recta final de su trabajo y se encontraban a menos de un metro de donde se cree que está Julen, el niño de 2 años que cayó a un pozo el pasado 13 de enero en Totalán (Málaga), pero la extrema dureza de la roca que excavan estaba frenando su avance y hacía necesarias nuevas microvoladuras.

A las ocho y media de la noche, poco después de cumplirse 24 horas desde el primer acceso de los mineros al pozo paralelo al de Julen, la excavación inclinada para acceder hasta el pequeño había alcanzado los 3,35 metros, del total de cuatro que se creen necesarios para llegar a él, según informaba un portavoz de la Guardia Civil.

El portavoz precisó que anoche se practicó una cuarta microvoladura por las dificultades encontradas en este último tramo. También señaló que, cuando los rescatadores lleguen hasta Julen, serán efectivos de este cuerpo los que procedan a sacarlo.

En la zona en la que se desarrolla el dispositivo había un continuo trasiego de helicópteros, uno de los cuales regresaba después de volar hasta Sevilla para recoger material explosivo con la intención de que los equipos de rescate no se quedaran en ningún momento sin provisión del material para las microvoladuras controladas que ayuden a desmoronar la roca.

Fuera del área de trabajo, en Totalán, los padres, familiares y centenares de vecinos aguardaban con tensa expectación las noticias sobre el rescate, pero además todo el país estaba pendiente, a través de la información en directo de los medios de comunicación, sobre la suerte de Julen.

Julen lleva mas de 12 días en un frío agujero de 25 centímetros en medio del campo, a más de 70 metros de profundidad, mientras unas 300 personas se afanan fuera en horadar la roca y la tierra que lo mantienen atrapado. En algunos tramos la roca es cuarcita, una de las más duras, con 7 en una escala de 10.

Este rescate se considera el más complejo que se ha acometido en España. Decenas de máquinas, perforadoras y excavadoras han removido cerca de 83.000 metros cúbicos de tierras para allanar y reducir el Cerro de la Corona, la montaña en cuyo pozo se precipitó Julen mientras jugaba.

Un segundo y un tercer helicóptero trasladaban desde Palma de Mallorca y Cantabria a cuatro guardias civiles del Equipo de Montaña, especialistas en espeleología y microvoladuras, para reforzar el dispositivo de rescate por si fuera necesario hacer relevos.

El delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, informaba de que se tuvieron que realizar tres microvoladuras, dos de madrugada y una tercera ayer por la mañana. Pero una fue necesaria practicar una cuarta bien entrada la noche.

Cada microvoladura supone un proceso de trabajo de más de dos horas, ya que primero dos mineros descienden hasta el punto donde se construye el túnel horizontal y perforan en la roca varios agujeros en los que después se introducen las cargas explosivas. A continuación, los mineros ascienden a la superficie y son relevados por dos guardias civiles del Servicio de Montaña, especialistas en espeleología y microvoladuras, que descienden e introducen las cargas explosivas.

Con el personal en la superficie, se detonan las cargas, proceso que lleva una hora y media, y hay que esperar otros 30 o 40 minutos para extraer el aire contaminado y los gases. "La montaña manda en nuestros trabajos y marca el ritmo", afirmó Jorge Martín, portavoz de la Guardia Civil.