El pasado mes de abril, el Cabildo de Tenerife, a través del Área de Sostenibilidad y Medio Ambiente, retiró 251 toneladas de residuos vegetales procedentes de especies invasoras. Entre ellas destaca con diferencia el Pennisetum setaceum, conocido popularmente como rabo de gato. Una victoria de una guerra que se está perdiendo.

La eliminación de esta planta, que ha invadido el entorno natural de las islas, parece imposible y solo la isla de El Hierro llega a controlar su presencia. Como si fueran algunas de las 10.000 semillas que puede producir cada planta, se propagan a lo largo del tiempo titulares de actuaciones que retiran decenas de toneladas de esta plaga de nuestros barrancos, arcenes de carreteras y solares. Unas campañas que generan empleo, aunque al mismo tiempo suponen una inversión millonaria sin retorno en las cuentas públicas.

En el año 2009, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna durante unas jornadas de ecodiseño recibió el reto de agentes del Parque Rural de Teno para encontrar una solución ante la creciente generación de residuos que produce su erradicación y surgió la posibilidad de convertir esta especie en envases "generando una economía circular que pone en valor un residuo y al mismo tiempo sirve de campaña de concienciación sobre su control", destacó Alfonso Ruiz, impulsor de esta iniciativa desde sus comienzos.

El proyecto ha avanzado lentamente por falta de financiación. Hasta 2015 se "ha aguantado" a pesar de que la crisis también afectó a la investigación. El Gobierno de Canarias no ha ofrecido ayudas de investigación en los últimos años y las convocatorias nacionales de I+D también se redujeron perjudicando a proyectos de este tamaño. No obstante, la creación de los primeros prototipos de productos se ha conseguido "gracias a la aportación del Cabildo insular", reconoció Ruiz. A pesar de la falta de presupuesto, el equipo multidisciplinar reinició la investigación, recuperando el laboratorio creado en la Escuela Superior de Ingeniería Civil, e instalándolo en la Facultad de Bellas Artes a finales de 2017, "retomando el proceso de pruebas que se había realizado anteriormente", destacó María Fernando Sapino, que empezó a trabajar en el proyecto como becaria de colaboración y que actualmente diseña tanto el proceso de creación de productos, como la labor de difusión. Este proyecto sirve de "reclamo para el turismo ecológico y puede ser una fuente de financiación para las asociaciones que trabajan en erradicar el rabo de gato", recalcó Sapino. La intención es que el proceso de fabricación "funcione a escala de economía local", ya que no desean transmitir el mensaje de que una especie invasora puede ser fuente de riqueza.

El objetivo final del equipo investigador es "enseñar estas técnicas a quien trabaje en mercadillos, o tenga una pequeña industria", aunque no descartan la posibilidad de encontrar "colaboración institucional", afirmó Ruiz. Los productos obtenidos presentan "excelentes valores" de resistencia y capacidad de absorción de la humedad, a pesar de no utilizar "prácticamente ningún elemento contaminante", consiguiendo una fabricación "sostenible en cuanto al empleo de agua y materiales químicos", recalcó Ruiz. Ahora aspiran a "dar un paso más" y pasar de usar una batidora doméstica a emplear "maquinaria industrial" con la que obtener un papel de mayor calidad. Con el rabo de gato han elaborado papel de diferentes calidades, envases creados con diferentes técnicas, sustrato para cultivos y elementos decorativos entre otros productos. Existe "una enorme demanda de biomateriales", destaca Alfredo Rivero, investigador especialista en el diseño de envases y embalajes. No obstante, quieren crear un proceso que sea viable "a una escala inferior a la industrial", recalca Rivero. Adicionalmente, consideran que esta investigación puede ser extendida a otros materiales recogidos en las tareas de erradicación de especies invasoras específicas de cada isla.

Hace justamente un año, el consejero del Cabildo insular, José Antonio Valbuena destacó que el Cabildo aportará 15.000 euros "cada año para concluir este trabajo". Mucho menos de un euro por tonelada de producto recogido, mientras el equipo afirma que podría entregar resultados "notorios" con la financiación adecuada.