Decenas de ciudades de Brasil fueron escenario durante el pasado fin de semana de diversas protestas en el marco de la celebración del Día de la Independencia, que tuvieron algunos focos de violencia, si bien no llegaron a sacudir al país al mismo nivel que en junio pasado, durante la Copa Confederaciones de Fútbol.

Las mayores manifestaciones se dieron en Brasilia, Río de Janeiro y Sao Paulo, pero ninguna de ellas llegó al carácter multitudinario de las que hace dos meses estremecieron las bases del poder político y forzaron el Gobierno a anunciar sendos planes en las áreas de salud y transporte, que fueron objeto de los principales reclamos.

Las protestas fueron convocadas por las más diversas causas y el llamamiento partió de pequeños grupos de izquierda, que en Río de Janeiro lograron reunir a unas 2.000 personas. Esas protestas en la capital fluminense dejaron las imágenes más repetidas por la televisión local, en las que se vio a cientos de personas en momentos en que ocupaban parte de una céntrica avenida en la que se desarrollaba un desfile militar.

Los manifestantes burlaron un fuerte cerco policial, lograron ocupar durante unos minutos uno de los tres canales de la avenida Presidente Vargas y se enfrentaron a los agentes, mientras en otra de las vías los soldados seguían impasibles con su desfile.

La policía disparó bombas de gases lacrimógenos y dispersó a los manifestantes, que corrieron por calles vecinas, se reagruparon y continuaron durante algunas horas con la protesta, que perdió fuerza en forma gradual. Según las autoridades, unas 12 personas resultaron heridas (ninguna de gravedad) y hubo 9 detenidos.