Un lagunero junto a Michael Jordan

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La envidia es mala, pero cuando te alegras es aceptable. Pues envidia me da ver a mi hermano Oregui de visita de trabajo a Chicago y se acuerde de mí y de BASKETMANÍA enviándonos estas fotos de la visita al UNITED CENTER, la «catedral» de los Bulls de Chicago. Y encima nos envía esta imagen de la fantástica estatua que la ciudad levantó en homenaje al más grande jugador que ha vestido esa camiseta, el mítico MICHAEL JORDAN.

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Les cuento una anécdota de un verano pasado, cuando Oregui dejaba Chicago, donde trabajó unos cuantos años.para regresar a España. «Consígueme una camiseta de Michael Jordan», le dije. Y no es que mi hermano sea de la «hermandad del puño», en absoluto, sino que vio en la tienda de los Bulls la camiseta de la leyenda y su precio superaba los 100 dólares, mientras que la de Derrick Martell Rose (Chicago, Illinois, 4 de octubre de 1988)  estaba en oferta a 50 dólares. No lo dudó y compró esta última, entendiendo que quizás no notaría la diferencia (jajajaja).

El regaló me encantó y se lo sigo agradeciendo, pero… CABÍAMOS DOS DENTRO DE ELLA, aunque ROSE apenas medía 1,91. Un día, en la visita de unos amigos del periódico, le pedí al más grande de todos, Cecilio, que se la pusiera, y esto fue lo que deparó el momento: