«La saga Artiles: Cuando tu padre es tu compañero de equipo», artículo de Álex Conde

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… Y con el número 14 del CajaCanarias… ¡PEPÓN ARTILES!»

Jose Carmelo Artiles Morales

Muchas gracias a Álex Conde y a la ACB.COM por esta publicación».

En multitud de apellidos existe la herencia deportiva pero el caso de esta familia es algo peculiar. Alberto, el hijo, pasará de haber participado en la ACB Academy by AEEB a jugar en el Maramajo de Liga EBA, donde coincidirá en espacio y tiempo sobre las pistas con Pepón, su padre. La saga Artiles, historia viva del baloncesto

Álex Conde
 @AlexConde_R
ACB.COM

 Se suele decir que los hijos son de las madres y las hijas son de los padres pero, en este mundo tan diverso, siempre tienen que existir excepciones. Pepón Artiles, un clásico del baloncesto canario, recorrió España y Portugal gracias a su dedicación por este deporte, y como no podía ser menos, Alberto, su hijo, siguió las huellas dejadas por su antecesor.

Hasta aquí todo normal. Los patriarcas que se han dedicado al ejercicio físico, el que sea, siempre han tenido, tienen y tendrán esa ilusión de que sus retoños continúen sus pasos. Miles de consejos y advertencias para afrontar la vida, como sucede en la canción ‘Father and Son’, de Cat Stevens.

«It’s not time to make a change
Just relax, take it easy
You’re still young, that’s your fault
There’s so much you have to know
Find a girl, settle down
If you want you can marry
Look at me, I am old, but I’m happy»

«No es hora de hacer un cambio
Sólo relájate, tómalo con calma
Todavía eres joven, es tu culpa
Hay tanto que hay que saber
Encuentra a una chica, siéntate
Si quieres puedes casarte
Mírame, soy viejo, pero estoy feliz «

Al principio, el joven compaginaba el baloncesto con el fútbol y el ciclismo. Llegó a tener dudas, pero en su interior había algo que le hacía inclinarse por la pelota naranja, y aunque apenas recuerda esa época, sintió la llamada desde que acompañó a su padre al país luso.

«Tenía otras opciones pero esa fue mi decisión y me quedé con el basket. Me apasiona y no puedo estar dos días sin jugar», explica el joven. Y es que no podía ser menos teniendo la facilidad de tener un entrenador personal de tiro, de bote y, sobre todo, de cabeza: «La relación es fantástica, es el que siempre me ha ayudado porque es el único que me dice lo malo y eso es lo que me interesa».

Ambos han recorrido un largo camino para llegar a este increíble punto. Padre e hijo jugarán esta temporada en el mismo equipo, en el Maramajo de la Liga EBA. «Competir con él es histórico, creo que se habrán dado muy pocos casos en ligas nacionales», comenta el veterano jugador de 50 años.

De las pistas a los despachos y viceversa

Los inicios no fueron fáciles para José Carmelo, o Pepón, como le llama todo el mundo desde que jugaba en Tenerife en edad ‘Junior’ debido a la mezcla de Pepe y canarión, que reconoce que cuando llegó «al Canarias no sabía ni botar». Fue José Carlos Hernández Rizo el que «desde el primer día» apostó por él. «Se sentaba y hablaba conmigo», declara: «Se los debo todo, mira que han pasado años y aún voy a muerte con ellos». A pesar de ser de Gran Canaria, se considera canterano del equipo lagunero y del Telde.

Sigue jugando pero para él es inevitable no sentir esa nostalgia por el ayer porque «han cambiado muchas cosas y ya no existe ese tirón de los jóvenes de decir ‘yo salí de aquí'». Debutó en aquel club tinerfeño plagado de jugadores canarios, y lo mismo sucedía cuando fichó por el IFA Español en ACB por pura suerte, ya que fueron a ver a otro jugador y se quedaron con él. 

«Hoy se busca el día a día y se ha perdido el encanto, los equipos ahora buscan jugadores formados y creo que es un error. Ha evolucionado más hacia el físico y menos a los recursos innatos de la persona, por lo que se está cerrando mucho el trabajo de cantera», opina. 

Eso antes no sucedía y «tenías la oportunidad y facilidad de jugar en buenas ligas si eras joven y destacabas un poco. La primera división era buenísima y de ahí, si querías porque realmente no hacía falta, dabas el salto a ACB», comenta Pepón.

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Pepón Artíles y Santi Toledo en acción

Tras varias vueltas por España, decidió irse a Portugal en 1998, donde en su primer año eran unos 40 españoles, cifra que aumentó por encima de la centena en su segunda temporada. «Había casi 10 por equipo y la liga, mientras pudo mantener el coste, funcionó», recuerda: «Nosotros jugamos la Copa Korak y siempre estábamos arriba, teníamos buenos americanos y éramos competitivos pero, de la noche a la mañana, ¿dónde están? Pueden ser de las peores ligas», advierte, «porque durante años no se formó al jugador portugués y eso no tiene ningún sentido».

«I was once like you are now, and I know that it’s not easy
To be calm when you’ve found something going on
But take your time, think a lot
Why, think of everything you’ve got
For you will still be here tomorrow
But your dreams may not»
 

«Yo era una vez como eres ahora, y sé que no es fácil
Para estar tranquilo cuando hayas encontrado algo
Pero tómate tu tiempo, piensa mucho
Piensa en todo lo que tienes
Porque aún estarás aquí mañana
Pero tus sueños no pueden «

Pepón, a su vuelta del país luso tuvo la oportunidad de volver a la ACB pero primero querían verle entrenar. «Después de dos décadas como profesional el entrenador no me conocía, me di cuenta que era una salida para salvarles el cuello, así que opté por dejarlo a los 37 años», dice sobre su adiós del basket.

En esa misma semana y sin decirle nada a nadie, ya estando de nuevo en Gran Canaria retirado de las pistas, abrió el periódico un domingo y vio un anuncio de trabajo para una inmobiliaria. No se lo pensó dos veces y llamó. La decisión de pasar de las pistas a las oficinas «fue drástica». Si había sabido venderse toda su vida sabría vender una casa, y así fue. Con esta frase superó la entrevista y se convertía en comercial. 

Al año siguiente recibió una llamada de Willy Villar desde Mallorca ofreciéndole un hueco en el equipo. Obviamente, la oferta económica para jugar era superior a lo que tenía en ese momento, así que lo comentó con su empresa. Allí estaban muy contentos con él y no le querían perder, por lo que le ofrecieron un puesto fijo si se quedaba. Y eso hizo.

«El baloncesto es como una droga, por lo que tienes que meterte en un centro para desengancharte. Para un jugador profesional es muy duro esa rehabilitación para desconectar», dice recordando aquel momento. Sí, lo llegó a abandonar por completo.

Centrado en su trabajo y en la carrera de su hijo, «da la casualidad» que cuando Alberto estaba en el Primera Autonómica del Gran Canaria, le salió «una oportunidad de jugar en la misma categoría». No lo puede negar, le hacía mucha ilusión jugar contra él: «Fui haciendo mis cosillas y me volví a enganchar».

Como ya hicieran los Meneghin, padre e hijo de la familia Artiles también se midieron cara a cara. Y ya más tarde pero en el mismo curso, «el Gran Canaria se vio apurado y tenían que buscar a alguien, y por necesidades me pidieron el favor». De rivales a compañeros para empezar a escribir algo mágico.

Esa fue la primera vez que compartieron equipo «y ya fue histórico en aquel momento», aunque reconoce que «fue una decisión muy complicada porque se vio un poco forzado»dada la buena relación que tenía con Pablo Melo, entrenador del ‘Granca’ de Primera Autonómica aquel año: «No fue fácil dejar el grupo donde estaba y entrar en el grupo donde estaba mi hijo».

En cambio, las circunstancias esta temporada fueron diferentes. El padre de familia ya jugaba en el Maramajo en Primera Autonómica y consiguió el ascenso a Liga EBA. «Para mí era un orgullo volver» y el club ya le había comentado que contaban con él. «Este verano han ido renovando la plantilla y fichando jugadores, faltaba un alero tirador y la decisión de fichar a Alberto fue a razón de mejora, yo no influí en dicha decisión».

«How can I try to explain
Cause when I do he turns away again
It’s always been the same, same old story
From the moment I could talk I was ordered to listen
Now there’s a way and I know that I have to go away
I know I have to go»
 

«¿Cómo puedo tratar de explicar
Porque cuando lo hago se vuelve a alejar
Siempre ha sido lo mismo, la misma vieja historia
Desde el momento en que podía hablar me ordenaron escuchar
Ahora hay un camino y sé que tengo que irme
Sé que tengo que ir «

Por ello, ahora y a nivel nacional volverán a compartir vestuario: «Es una cosa que se nos quedará ahí para toda la vida, y a pesar de haber tenido cosas muy buenas como dos ascensos a ACB, dos a EBA y dos de Liga Insular a Autonómica, a los 50 años he llegado al momento más feliz de mi carrera».

Mismo apellido y diferente nombre: La historia se repite

La novela de Alberto es la típica del chico que quería emular a su ídolo y hacer lo que hiciera falta para llegar a ser como él. Pero en este caso su talismán estaba en casa y por sus venas corría la misma sangre. De ahí a que su cuento tuviera más posibilidades de tener un final feliz.

Porque el joven siempre ha sido realista y ha tenido los pies en el suelo. Mientras otros se fijaban en ‘Supermanes’ y en ‘Jordanes’, él estaba muy atento a los movimientos de Pepón, su padre. 

Y ante ese miedo innato que tiene el jugador español en salir de sus fronteras y su zona de confort, Alberto lo hizo desde muy joven siguiendo el ejemplo de su progenitor. «En mi año ‘Junior’ y tras el campeonato de España decidí tomar una decisión, y aunque fue una situación complicada hablé con el Gran Canaria tras no llegar a un acuerdo y me fui a probar fuera», recuerda.

De isla a isla y tiraba porque le tocaba. Porque se lo merecía. Porque quería seguir progresando por su sueño. Llegó a Menorca en Liga EBA y «fue un gran paso porque era mi primer año fuera de casa, mejoré muchísimo como persona y como jugador», explica: «Tuve la suerte de que me fui a una gran isla porque la gente estuvo muy encima y me ayudaron».

Tras su año en Baleares, destino turístico de miles de alemanes cada año, hizo el camino inverso y se fue a jugar al país germano. «Tengo ese espíritu aventurero y acepté la oferta porque siempre hay que probar», añade sobre su temporada en el Rot Weiss Cuxhaven en su segundo año ‘Senior’. 

A día de hoy sabe lo que sintió su padre cuando se fue y dice, «si soy sincero, sentí un poco de miedo y fue muy duro y lo tuve que pensar muchos días». Sacó el valor y premió el baloncesto por encima de todo olvidándose del destino: «Supongo que a él le pasó lo mismo, tendría ofertas para quedarse pero supuso que lo mejor era irse, y creo que le fue bastante bien, al final, hay que vivirlo y lo recomiendo a todos porque se recordará siempre».

Este último verano, Alberto tuvo la oportunidad, junto a muchos otros jóvenes nacionales e internacionales en proyección de futuro, de asistir a la ACB Academy by AEEB, donde pudieron entrenar con técnicos de la altura de Aíto García Reneses, Pablo Laso, Txus Vidorreta, Javier Imbroda y Carles Duran.

«Fue una experiencia única», dice, «decidí aprender lo máximo de ellos y me lo llevaré en mi mochila para toda la vida, lo repetiría una y mil veces más. El nivel me sorprendió porque fue muy alto para ser la primera vez que se hacía».

Tras ello, su aspiración es la mejora física y defensiva para crecer como jugador. Está muy centrado en este año y en el día a día. Por ello, y a pesar de tener varias ofertas de LEB Plata sobre la mesa, decidió optar por la del Maramajo y está «muy contento por la decisión».

Allí le ofrecen un plan especial y podrá continuar con sus estudios de Magisterio no presenciales. El club le ha puesto un preparador físico específico y puede entrenar por las mañanas en solitario y por la tarde tendrá otra sesión de una hora antes del entrenamiento conjunto. Han apostado por él ofreciéndole lo que él buscaba: «Muy pocos jugadores pueden vivir solo de esto. Solo los Gasol y los Navarros, los Alberto Artiles tienen que estudiar todo lo puedan».

El nuevo francotirador del Maramajo comenta que su decisión no estuvo influida por su padre. «Para nada, además», aclara, «si otro equipo me hubiera ofrecido esto yo lo hubiera cogido también. Me influyó más que el entrenador apostara tanto por mí. Es un técnico que ya apostó por mí hace un par de años para irme al Gran Canaria, que tengo toda su confianza y que le gusta trabajar. Fue por mí, es la mejor opción», aunque eso sí, deja claro que «obviamente» le hace ilusión este hecho, «pero no fue fundamental».

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Lo que la sangre une que no lo separe el basket

Lo que Alberto conocía del juego de su padre era por algún que otro vídeo, fotos y lo que la gente le había dicho. «Sus ganas y su trabajo» era lo que todo el mundo destacaba. Y ahora, a sus 50 años, lo está comprobando y «me lo está demostrando porque se sacrifica muchísimo»«Lo ha pasado fatal para volver a jugar y no cualquiera lo puede hacer, y eso me lo está inculcando porque quizá me faltaba ese punto de intensidad».

La visión del otro punto de vista es prácticamente igual. «Entiendo que a la gente le duelan los ojos verme jugar con 50 años» pero el baloncesto es su vida: «Es el mejor deporte colectivo que existe y lo digo al 100%, es dinámico, divertido y el ambiente es diferente. Esto engancha y es muy bonito aunque la gente te ve como lo que eres, un viejo de 50 años, y se olvidan de la ilusión, las ganas y el sacrificio que uno hace».

Aunque tiene bastante claro que «la vela se está apagando». Para él el post-partido ya no es un enfado, «es un sufrimiento de dos días por culpa de los dolores de rodillas y de espalda» y le cuesta «ir a trabajar», y esto le da «tristeza y pena». Pero por otro lado saca su lado más positivo: «Esto es como todo, otros días me levanto y sueño con ascender a LEB Plata, así que espero que me dure tiempo»

La situación se ha convertido en algo extraña. Alberto siempre había tenido los apoyos de Pepón desde la grada y «nunca» pensó en que iba a jugar con él otra vez. «Cuando vi que se enganchó y le empecé a ver jugar de nuevo siempre decía que ‘el que tuvo, retuvo'», dice. Ahora, a su lado, «le aplaudo cuando mete una canasta y salto cuando mete un triple, no dejo de ser un hijo más viendo jugar a su padre».

Levantarse, desayunar, hacer las maletas e ir a entrenar. Rutina clásica de cualquier chaval aunque con la diferencia de que aquí el padre no es de los que dice adiós y luego pasa a recogerle. Se queda: «Es raro ver que entra contigo, se cambia y hace la rueda de calentamiento».

El joven intenta «pensar que es un compañero más de equipo» y reconoce que «no es importante» el hecho de si llegan a compartir habitación en algún momento, que no lo harán en un principio. «Las cosas han cambiado», dice el padre, «en mi época ACB sí solías elegir o te ponían con personas afines a ti pero ahora la mayoría lo hacen por posiciones, aunque tampoco me afecta, cuando vayamos a Madrid o Albacete y ya esté dentro del equipo me olvido de que es mi hijo».

Lo que ambos tienen claro es que lo que diga Pablo Melo, entrenador del Maramajo, «va a misa». Y una de las cosas que dice es que Pepón es el mejor técnico que se puede tener dentro de la pista. «Me siento cómodo más en esta faceta que en la otra porque soy demasiado temperamental y me cuesta mucho, y así me desahogo mucho mejor», dice.

Antes era un cuatro muy flaco y no solía tirar de fuera, pero con los años ha ido jugado más por dentro. Una post-temporada en Andorra le abrió los ojos, tras una conversación con Aíto y Maljkovic, donde le dijeron que tenía una cabeza muy buena y tenía que compaginar las dos cosas: «Me lo dejaron clarísimo y a día de hoy, con 50 años, obviamente me siento más cómodo defendiendo por dentro, pero para atacar hago las dos cosas y eso me da algo diferente».

Aunque ojalá, explica. «hubiera tenido la mano que tiene mi hijo». Él aprendió a tirar a base de trabajo y Alberto nació con el don. «Nadie cree en él más que yo, sabe meter la pelota y está entrenando todo lo que tiene que mejorar».

Su padre, a pesar de que reconoce que se fija más en lo malo y menos en sus virtudes, está seguro de que el curso que viene estará en Plata si no en Oro: «Tiene ese talento y lo digo no porque sea mi hijo, sino porque lo ha demostrado. El trabajo le hará llegar lejos».

Hay un dicho que dice que no se tienen que mezclar negocios y familia. Y los Artiles lo están rompiendo para romper barreras, sabiendo todo lo que ello conlleva. «Habrá roces y ya los ha habido», dice Alberto, pero sabe que cuando se enfada es por su bien «y no por menospreciar»«Yo si me tengo que enfadar con él también lo hago pero las cosas se quedan en la pista, se habla y se busca el bien del otro», reconoce. 

Pepón, por otro lado, dice que «siempre» ha sido «muy calentón», pero sabe diferenciar las dos facetas de la vida: «Los equipos que suelen llegar lejos son lo que tienen jugadores que saben distinguir los partidos calientes de lo que es la relación personal». Y recuerda que, por encima de todo, hay otra persona en la casa. «La madre es la que peor lo pasa porque yo tengo muy mal perder y si Alberto llega igual para ella es lo peor de lo peor».

Por ello es importante los roles, como en cualquier faceta de la vida. «Quieras o no, mi padre es el veterano y el que tiene la experiencia, ha jugado a gran nivel y ojalá llegue a la mitad de lo que él ha llegado. Si la experiencia es un grado él tiene el más alto, es el jefe», dice el chico.

Algo que, por supuesto, el mayor del equipo está de acuerdo y entre risas comenta que «hay cosas que son obligatorias, en casa y en todos lados, todo el mundo tiene que asumirlo». Pero enseguida se pone serio cuando hay que decidir a quién iría la pelota en los momentos más calientes: «Depende del momento, hace poco jugamos contra el ‘Granca’ de EBA y perdimos de cuatro. La pelota fue para mí por la presión que le estaban haciendo a Alberto para forzar el triple, pero en otras circunstancias iría para él».

«All the times that I cried
Keeping all the things I knew inside
It’s hard, but it’s harder to ignore it
If they were right, I’d agree
But it’s them they know not me
Now there’s a way and I know that I have to go away
I know I have to go»

«Todas las veces que lloré
Guardando todas las cosas que sabía dentro
Es difícil, pero es más difícil ignorarlo
Si estuvieran en lo cierto, estaría de acuerdo
Pero son ellos ellos no me conocen
Ahora hay un camino y sé que tengo que irme
Sé que tengo que ir «

Una temporada ilusionante. Una familia unida por la pelota y la pelota representada por un apellido. Triunfos dedicados a una madre y esposa y derrotas que sirven para seguir aprendiendo porque, nazcas en 1967 o en 1997, la vida te brinda nuevas oportunidades para generarte ilusión. Las utopías no existen para los Artiles. El ejemplo. Lo que une la sangre que no lo separe el baloncesto. Por lo menos… «Hasta que la vela se apague».