Leo Rodríguez, la única canaria en el Mundial de Tenerife

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«Jugar una Copa del Mundo en casa… en Tenerife… en la isla de al lado, es un regalo que espero poder disfrutar”

Álvaro Paricio
 @Alvaropc23
ACB.COM

No habrá este septiembre 12 mujeres más felices en España que las 12 jugadoras que representen a la selección femenina en la Copa del Mundo. Desde que se organizara el preolímpico de Pekín 2008 en Madrid, el baloncesto español no sentía el especial sentimiento que siempre produce jugar en casa. Toda una generación de jugadoras ha crecido logrando éxitos en los últimos veranos y pocas había disfrutado de ese cosquilleo que provoca jugar frente a los tuyos.

Y de entre todas ellas, para una lo será en especial. Se trata de Leonor Rodríguez, la única jugadora canaria del equipo y la anfitriona del campeonato. Para la isleña este torneo supone una oportunidad única para el conjunto del baloncesto femenino porque “supone toda una ilusión, una aventura, una gran experiencia y, sobre todo, mucha alegría. Para el baloncesto femenino esta Copa del Mundo significa mucha alegría y felicidad”. Pero sin duda que más allá del orgullo de pertenece a este grupo, de competir con las mejores jugadoras del mundo, para Leo Rodríguez este campeonato es único. “Es un regalo”, asevera con rapidez. Si, para mí, jugar unos Juegos Olímpicos fue un sueño, jugar una Copa del Mundo en casa… en Tenerife… en la isla de al lado, es un regalo que espero poder disfrutar”.

Días antes de que arranque la cita se prepara física, táctica, pero mentalmente para el torneo. No quiere dejar de disfrutar del momento con sus compañeras, pero sin que las emociones le puedan. El credo que se comulga en la concentración es el del vivir el momento, de disfrutar la realidad presente sin echar a volar la mente que genere expectativas irreales. Sin embargo, la coctelera de emociones y sensaciones es inevitable que se vaya llenando según se aproxima la fecha de inicio y en la de Leo el ingrediente principal es “la ilusión. Lo que más predomina es la ilusión ¿Presión? No creo. Es decir, cuando estás en el campo sólo piensa en jugar. Además, me imagino estar en el campo con todo el mundo animando, ahí creo que la presión se va y sólo queda la ilusión y las ganas de enseñar todo el trabajo realizado”.

Más allá de lo que significa por la componente humana y sentimental, esta Copa del Mundo también será especial para la jugadora isleña porque es la oportunidad de mostrar también su trabajo personal y como su apuesta por jugar en Wisla Can-Pack de la liga PLKK de Polonia surtió efecto. Después de varias temporadas con aportaciones irregulares y algún que otro sinsabor, esta temporada ha vuelto a manifestar vestigios de la tremenda anotadora que fue durante su etapa formativa. Ella tiene claro que no hay un camino único, que el objetivo se puede alcanzar antes o después y a través de diferentes sendas. La suya quizá le ha llevado a un lugar inesperado pero donde, ha encontrado todo lo que deseaba. “Cada jugadora es diferente y cada jugadora tiene su recorrido. Yo tenía claro que tenía y quería vivir esta experiencia. Quería vivir la oportunidad de salir de casa, jugar Euroliga y trabajar… y me ha salido muy bien la apuesta. Estoy muy contenta y por eso repito”

Motivos de alegría tiene porque con el conjunto polaco ha conseguido la tan ansiada regularidad y estadísticamente ha promediado 15 puntos (el doble de los promediados en su anterior presencia en Euroliga) y más de tres rebotes y tres asistencias por encuentro. Pero más allá de los números, en Polonia Leo ha mejorado “sobre todo en confianza”, asegura. “Obviamente he crecido en puntos y minutos porque es lo que se refleja en la estadística, pero yo, sobre todo, lo que valoro es la confianza en volver a sentirte tú misma jugadora, tener seguridad en ti misma, decir: ‘sé lo que hago bien’ y tener tranquilidad”.

(Foto: FEB)

Ahora toca reflejar ese crecimiento también en una selección donde se ha hecho un hueco en los últimos años y de la que destaca “la calidad humana, sin duda. No me cuesta ni pensarlo” contesta con firmeza. “Hay jugadoras muy buenas, con mucho talento y muchas horas de trabajo tras ella, pero creo que lo que destaca de este grupo es la calidad humana y el momento en el que estamos juntas, tanto dentro como fuera de la pista, se nota y se disfruta”. Es el elemento diferencial, porque las españolas podrán ser más bajitas y menos fuertes que otras rivales, rara vez mirarán por encima del hombro a su adversaria, pero saben que la unión hace la fuerza… sobre todo en los malos momentos que toca vivir en cada torneo, en cada partido. “En los buenos momentos está claro que todos quieren estar y es fácil estar, pero en los momentos malos hemos demostrado de sobra que somos un grupo unido. En momentos importantes dentro de la pista, en momentos malos de un partido es cuando sale a relucir la calidad humana del equipo, los valores y el trabajo que hay detrás de él y donde su fusión consigue que acaben saliendo cosas buenas”, señala la escolta.

Serena, pero con esa ilusión que el brillo de sus ojos no puede esconder, Leo Rodríguez confiesa que en esta Copa del Mundo “perseguimos la ilusión de un equipo, de todo un país y de un baloncesto femenino que esperemos esté allí apoyándonos”. Sabe el éxito y el fracaso en el baloncesto femenino se diferencia por escaso milímetros y que un punto arriba o abajo puede marcar la posición final en un torneo tremendamente igualado. Quizá por ello y preguntado por un buen resultado, para ella éste sería “acabar todas felices”. La felicidad no se cuantifica con el color de una presea, sino en los momentos vividos y Leonor Rodríguez quiere exprimir cada instante de los que a partir de ahora le toca por vivir.