«Es normal y no es normal», ártículo del entrenador José Carlos Rivero

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«Liz Cambage se equivocó y recibió la reprobación de un público dolido, sorprendido y entendido»

 AUTOR: JOSÉ CARLOS RIVERO
(Entrenador Superior de Baloncesto)
 
«Es normal que Liz Cambage haya sido una de las jugadoras más destacadas de la pasada Copa del Mundo en Tenerife, tiene unas condiciones extraordinarias físicas, técnicas y competitivas. Es normal que haya sido una jugadora absolutamente determinante contra España, no es fácil minimizar sus prestaciones y mucho menos si nos empeñamos en defenderla en el cuerpo a cuerpo, cuando ahí, por razones obvias, estamos en desventaja total. No utilizamos tácticamente otros recursos, como defenderla por delante con ajuste por detrás, cuando no ha recibido balón, dar un pasito atrás cuando recibiera de espalda en poste medio o tener preparado algún 2×1. Quizás de esta manera hubiéramos bajado su anotación, pero a costa que otras compañeras quedasen más liberadas, nunca se sabrá qué hubiese sido mejor. No obstante es un portento, una fuera de serie.
 
Es normal que ella sea una jugadora que domine el universo gestual, seguramente es una fórmula de auto motivación, que ayuda a empujar a sus compañeras, también de protegerse ante la constante focalización de defensas agresivas e intensas que recibe cada partido, una estrategia para centrar atención del arbitraje ante la recepción de contactos y algo que es parte de su personalidad y forma de ser. Hasta aquí todo me parece dentro de lo normal.
 
Lo que no me parece normal es sus provocaciones hacia al público. Una jugadora de talla mundial debe estar preparada para cualquier ambiente y además siendo un referente, debe cuidar su comportamiento deportivo. Su guerra estaba en el parquet, no en el graderío. Además el público no empezó la batalla, fue ella con sus gestos desafiantes, algunos de muy mala educación y de muy poca clase. La gente se limitó a desaprobar su actitud, con silbidos y abucheos. Nada del otro jueves.
 
Ella continuó un pique constante, olvidándose de su propio equipo, en ese momento era ella y sólo ella lo que le importaba, ni su selección ni su país. Era su ego, su pelea y aparentemente su soberbia, contra todas las personas que ocupaban el graderío. Le importó un pimiento que pudiera recibir una técnica e inteligentemente ganarse el apoyo del público, para la decisiva jornada del día siguiente. En una situación normal, Australia hubiese sido apoyada por el público en la final, siempre se apoya al equipo presuntamente más débil. Sus compañeras fueron condenadas a pagar la actitud de su solista principal, en el partido por el oro.
 
Tampoco me parece normal que muchos y muchas, aquí y en medios nacionales, desde diferentes plataformas hayan criticado el comportamiento del público y hayan defendido la actitud de la estrella australiana. Permítanme decir que a pesar que cada cual puede opinar lo que le venga en gana, además fundamentado de la manera que crean oportuna, para mí el público fue noble, nunca sobrepasó ningún límite de la deportividad ni de la agresividad, simplemente manifestó su desaprobación con silbidos y abucheos.
 
Al acabar el partido, Cambage recogió su merecido premio de MVP, muchos aficionados siguieron mostrando su disconformidad hacia ella, no hacía el premio. Esto también ha sido criticado.
 
Vamos a ver, aquí hemos visto de todo, han pasado muchos equipos y muchos jugadores, hemos tenido un Mundobasket masculino con Petrovic, hemos tenido hasta dos equipos ACB al mismo tiempo y seguimos teniendo uno que brilla con luz propia en la liga domestica con mayor nivel del continente, además de estar participando en competición europea. Hemos tenido equipo en LF1 y Copa Korac, Campeonato de Europa u18 femenino, podemos hasta añadir, que aquí ha estado Julius Erving y hasta Par Riley dando un Clínic. Aquí han pasado los mejores jugadores del Mundo, equipos y estrellas de todo tipo. En esta isla hay y ha habido mucho baloncesto de élite, mucha historia y tradición, no queramos criticar un público local, con clara intención de notoriedad desde fuera o por complejos provincianos desde dentro. No queramos ser más papistas que el papa. 
 
Cambage se equivocó y recibió la reprobación de un público dolido, sorprendido y entendido. Es más, la mayor equivocación de ella fue no juntar dos segundos las manos en señal de disculpa, en el momento de recibir cualquiera de los galardones que recibió o en cualquier otro momento. Saben que hubiera pasado? Que hubiera recibido una ovación atronadora. Perdió la oportunidad de haber robado el corazón de Tenerife para siempre. Allá ella.
 
Enorme jugadora, como persona no la conozco, tampoco los/as que la defienden y no dudo que pueda ser una estupenda mujer. Pero sacar la lengua y sobre todo tocarse los pechos, girada hacia el público, no la hacen una buena deportista, es simplemente una grosería y encender una mecha innecesaria.
 
 
No tengo más nada que decir sobre esto, porque no hay mucho más que decir. Extraordinaria jugadora y un público perfecto.