«El juego ofensivo del Canarias mete miedo», en La Crónica de León

El Baloncesto León cae derrotado en un

partido sin historia

El Canarias fue muy superior al equipo leonés desde el primer minuto.

 

[CANARIAS, 103 – BALONCESTO LEÓN, 76]
CANARIAS 103: Albert Sabat (3), Nico Richotti (5), Levi Rost (10), Jakim Donaldson (18), Ricadro Guillén (30) ¬cinco inicial- Adrián Fuentes (-), Jaime Heras (12), Nacho Yáñez (4), Fotios Lampropoulos (16), Jesús Chagoyen (5).
BALONCESTO LEÓN 76: Juanjo Bernabé (9), Manny Quezada (19), Lucho Fernández (6),JT Durley (17), Chris Mortellaro (8) –cinco inicial- Jorge Calvo (5), Franco Rocchia (8), Javi Múgica (4) y Mario Díez (-).
ÁRBITROS: Afonso Castillo y González Cuervo. No hubo eliminados.
MARCADOR CADA CINCO MINUTOS: 19-10, 30-15 (primer cuarto); 44-23, 56-34 (descanso); 68-46, 75-59 (tercer cuarto); 87-69 y 103-76.
INCIDENCIAS: Algo menos de dos millares de espectadores en las gradas del pabellón Santiago Martín de La Laguna.

Jonay Morterillo / La Laguna
El Canarias no dio opción al Baloncesto León y se asienta en el liderato de la Liga LEB Oro al imponerse en un partido que los canarios dominaron de principio a fin frente a un equipo leonés que nunca pudo estar al nivel de los laguneros, que cada jornada que pasa dan más sensación de ser el máximo candidato al ascenso directo a la Liga ACB en esta temporada.
El arranque del partido mostró en un abrir y cerrar de ojos todos los problemas que iba a tener el Baloncesto León contra el temible equipo canario, una escuadra con una capacidad ofensiva que mete miedo y un poderío en el juego interior que es complicado para cualquier equipo de esta liga. Demasiado rival para un León que sin hacer mal las cosas veía cómo el marcador se iba hacia un 19-10 en el ecuador del primer cuarto que encendía las primeras luces de alarma.
El partido no había hecho más que empezar, pero era el principio del fin para los de Javier de Grado que se veían incapaces de frenar la inspiración de un equipo comandado por un imperial Ricardo Guillén que anotaba 13 puntos en los primeros siete minutos del partido y lanzaba su equipo a una ventaja importante al final del primer episodio del partido (30-15) sin que el acierto de Durley fuera suficiente para evitar el dominio canario en parte por los buenos porcentajes de los locales y también por las excesivas pérdidas de balón de los leoneses.
Javier de Grado, que en la víspera del partido había dejado claro que las opciones de su equipo pasaban por no entrar en una locura de intercambio de canastas, se afanaba por pedir a sus jugadores que evitaran esa espiral de carreras sin sentido en la que habían entrado. El León necesitaba reaccionar antes de que el Canarias estuviera a una distancia inalcanzable y el inicio del segundo cuarto no marcó el esperado cambio de tendencia. El Canarias seguía anotando con facilidad y el Baloncesto León seguía perdiendo demasiados balones, lo que evitaba que una mejoría defensiva de los de Javier de Grado se viera reflejado en el marcador.
Para colmo de males leoneses, Durley, el mejor de los leoneses en ataque, acusaba un día más, los problemas con las faltas personales. Una tímida reacción visitante de la mano de Quezada y justo antes del intermedio, el despegue definitivo de los canarios que con 14 puntos de Lampropoulos sentenciaban el partido en el descanso.
Por delante quedaban dos cuartos, pero ya sobraba todo en uno de esos partidos en los que lo mejor sería batirse en retirada si el reglamento lo permitiera. Pero no lo permite y De Grado no tuvo más remedio que repartir minutos entre todos los jugadores pensando en lo que vendrá y tratando de capear el temporal con pocas ganas de defender y ninguna fe en sus posibilidades.
La derrota apuntaba a ser de ésas que se recuerdan en los libros de historia del deporte (68-39, m. 23) y si no fue así hay que agradecerlo a que los locales levantaran el pie del acelerador y también a que las carencias defensivas leonesas no se veían en ataque y un par de parciales favorables a los de Javier de Grado, uno de ellos de 0-9, evitaron que la derrota pasara de clara a escandalosa.
Lo único bueno del Baloncesto León en el partido de ayer fue su capacidad para no irse del partido y seguir jugando hasta el final. Tanto que en el arranque del último cuarto, con nueve minutos por jugarse, los leoneses aprovechaban un parcial de 7-22 para reducir la distancia del marcador a los 11 puntos. Fue el último motivo para sonreír. Alejandro Martínez mandó a sus tres actores principales (Sabat, Guillén y Donaldson) a la arena para que frenaran la sangría que estaban haciendo los leoneses que, al menos, pudieron regresar a casa con la sensación de haber luchado hasta el final, en un partido que se había puesto imposible en los primeros minutos.