Lo contó Juan María Gavaldá en Basketconfidencial.com

Un accidente muy raro

Juan María Gavaldá

«Cuando entrenaba al TDK Manresa en la ACB, un jugador me pidió permiso para hacer un viaje privado a Madrid, una vez acabase el partido de Liga del sábado. Le contesté que no tenía ningún inconveniente mayor que recordarle la obligación de estar en el entrenamiento del lunes por la mañana.
Le hice la sugerencia de que para ganar tiempo, teniendo en cuenta que había pocas horas, hiciese el viaje en avión. Él prefirió marchar en su coche.
El lunes por la mañana no se presentó al entrenamiento. Eran épocas en las que no teníamos teléfono móvil y, por tanto, comenzó a germinar una inquietud general en el equipo. Por la tarde, en la segunda sesión del día, tampoco apareció y, la verdad, nos pusimos todos en alerta máxima por si había pasado algo.

Cuando ya estaba finalizando esta segunda sesión apareció por la puerta del pabellón de juego, todo sofocado y con signos de evidente angustia. Nos acercamos y nos explicó con mucho detalle que había sufrido un accidente de circulación cuando volvía, como consecuencia del cual el coche dio tres vueltas de campana. Nadie había salido herido milagrosamente, de lo que nos alegramos.

Cuando el grupo de mis jugadores se dispersó para poder acabar el entrenamiento y como yo me había quedado con la mosca tras la oreja, le pregunté dónde estaba el coche. Él tranquilamente me contestó que fuera del pabellón, aparcado. Entonces le pedí que me acompañara para poder ver los daños sufridos. Salimos y el coche estaba sin un rasguño. En perfecto estado.

Milagros del destino y del entrenador, que en esos tiempos también nos teníamos que mostrar ‘piadosos’, pero no tontos. En el fondo era, y seguro que es, un buen chico. Ahora todo un hombre. Su nombre me lo reservo.