«¿Puedo estar triste?», por Chema Buceta

El entrenador nacional de baloncesto y profesor de Psicología de la UNED, Chema Buceta, escribe un interesante y ameno artículo de opinión en su blog, en relación a la tristeza que padece un tal Ronaldo y que llena programas basura de televisión. Dice así:
«Estoy ya un poco cansado de todo lo que se ha dicho (yo incluido) sobre la tristeza de Cristiano Ronaldo, pero me piden que escriba algo más sobre el tema, y agradecido por la confianza de quienes lo hacen, me decido y lo hago encantado.

En primer lugar, habría que saber si no celebrar los goles y decir que está triste responden a una estrategia más o menos estudiada que persigue otros fines (mejora de contrato, salida del club, mayor apoyo institucional, etc.) o, efectivamente, reflejan un estado de ánimo: la tristeza. Si fuera lo primero, el tiempo lo dirá. Si se trata de lo último, es perfectamente posible que, como cualquier otra persona, Cristiano pueda estar triste.
El dinero y la fama no son antídotos de la tristeza. Por muchas comodidades  que tenga, Ronaldo es una persona, y como tal está expuesto a sufrir emociones adversas. Los bienes materiales cubren muchas necesidades, pero pueden surgir otras de orden emocional o intelectual que no se satisfacen con el dinero. Así funcionamos.
Muchos millonarios que lo tiene todo son personas infelices que, aunque les rodeen muchos, se sienten solas y están cautivas de las dudas y limitaciones que favorece su propio estatus (¿están aquí por mi o por lo que soy o tengo? ¿qué impacto tendrá que haga esto o aquello?). La falta de apoyo o cariño sinceros (o la percepción de que así sucede) son fuente de infelicidad y tristeza; y muchas veces, precisamente los que más tienen, son los más vulnerables. He conocido a muchos deportistas y personas de mucho éxito que sufren este problema. Desconozco si es el caso de Ronaldo, pero si no está fingiendo, podría serlo.
Por tanto, es ridículo que algunos “positivistas de frases hechas” le digan como debería sentirse acentuando todo lo que tiene: mucho dinero, una novia guapa, un hijo, una madre, un trabajo que le gusta… ¿Quién puede autorizarse a sí mismo para decirle a otra persona cómo debería sentirse? Desde luego, ningún psicólogo o coach que sea un profesional serio debería  hacerlo, tanto por razones éticas como de eficacia.
El punto de partida del trabajo psicológico es el respeto a los sentimientos y pensamientos del cliente: sin juzgarlos, aceptándolos con la mente abierta para poder comprenderlo y eventualmente ayudarlo. Una gran estrella del deporte, los negocios o cualquier otro ámbito, no tiene que pedir permiso para estar triste (¿Puedo estar triste?) ni sentirse culpable por ello; y lo que necesita no son consejos más propios de vendedores de humo y telebasura (como bien ha señalado alguien en internet a raíz de un desafortunado artículo), sino la comprensión que probablemente no le proporciona su entorno. La tristeza puede ser un estado pasajero o más permanente, y en algunos casos síntoma de una depresión  más o menos grave. No parece que este último sea el caso de Cristiano (con Portugal celebra los goles y parece más contento), pero si está triste en el entorno del Real Madrid, guste o no, lo primero es ponerse en su lugar y comprenderlo.
Dicho esto, es perfectamente razonable el amplio rechazo que sus declaraciones han provocado. Triste o no, muestran una gran falta de sensibilidad social. Muchas personas, sus mismos seguidores que lo idolatran, pasan por momentos de enorme dificultad económica y luchan como pueden contra su propia desgracia, desesperación y creciente desánimo. Lo mismo sucede con deportistas menos afortunados, pendientes del cobro de sueldos atrasados que quizá no lleguen, y en condiciones precarias por la desaparición de equipos y patrocinadores.
Es entendible que el egocentrismo de este privilegiado (quizá involuntario, pero egocentrismo al fin y al cabo) haya indignado a tantos, provocando una fractura que puede tardar en cicatrizar si es que llega a hacerlo (y en cualquier caso, quedará la marca). Los deportistas como Cristiano deben ser conscientes de la trascendencia de sus actos (sus gestos en el campo, sus declaraciones), del impacto que estos tienen en sus seguidores y la opinión pública en general, y de las consecuencias que pueden derivarse de todo ello.
La sintonía emocional con los aficionados es un elemento fundamental en el deporte-negocio-espectáculo que es el fútbol hoy en día, y todo apunta a que en el caso de Ronaldo estos hechos la han debilitado.
Se ha dicho que detrás de esta supuesta tristeza podría estar la decepción de no haber sido nombrado mejor jugador de Europa (lo consiguió Iniesta) y la percepción de que el Real Madrid no le ayuda lo suficiente (¿en los despachos?) para lograr éste u otros galardones como el balón de oro. No sé si es cierto. Lo que sí está claro es que, precisamente por pertenecer a este club, desde muchos medios de comunicación  se ha encumbrado su figura para intentar equipararla a la de Leo Messi, creando una rivalidad  artificial que pretende instigar la emotividad de los seguidores para vender más. Para la mayoría de los que observen la realidad con objetividad (números, títulos, interacción con los compañeros, declaraciones, etc.) sin que le influyan los colores que representan, la comparación es ridícula. Cristiano es un gran jugador, pero Messi está muy por delante; como lo están, aunque más cerca, Iniesta, Xavi y Casillas (y pronto, quizá, Falcao).
Pero hay que venderlo como sea, y continuamente nos bombardean con sus múltiples virtudes para “comernos el coco”. Y lo malo es que él, de tanto leerlo y oírlo (también en su círculo más cercano) es probable que se lo haya creído, lo que explicaría su gran decepción si la hubiera. Si jugara en otro equipo, por ejemplo, el Valencia o el Atlético de Madrid, no existiría esta permanente campaña enaltecedora; pero en el Madrid, sí. Por tanto, sin quitarle el indiscutible mérito de sus goles, sería razonable que estuviera muy agradecido al Real Madrid, y no al contrario, por la protección y el impulso que su prestigio y peso mediático como club proporcionan a su engrandecida imagen.
¿Qué debe hacer el Madrid, ahora? me han preguntado. Doctores tiene la Iglesia.
(gracias por leer un artículo tan largo)

Chema Buceta (entrenador superior de baloncesto)