«La calculadora» de Cristo Hernández: «En busca del FUEGO»

SECCIÓN: LA CALCULADORA

TÍTULO: En busca del fuego

 AUTOR: CRISTO HERNÁNDEZ

Un partido para crecer. Un partido para creer. Un partido para hacer historia en una temporada histórica para el baloncesto tinerfeño. Pasaporte a la ilusión.

El CB Canarias viaja este fin de semana hacia tierras catalanas, hacia territorios políticamente convulsos, para enfrentarse a uno de los equipos históricos de la ACB, el FIATC Joventut, en su flamante Pabelló Olimpic de Badalona. Un equipo en horas bajas,  La Penya, que trata de remontar el vuelo con una plantilla bastante renovada, que mezcla juventud con veteranía, en la que parece va a ser la última temporada de Jordi Villacampa en el sillón de la presidencia.

En busca del fuego. En busca del progreso, de una victoria que nos haga creer en que somos capaces de algo más. El discurso de la permanencia es acertado, prudente, verosímil, para un equipo recién ascendido, en plena adaptación. Pero un equipo que ha arrasado en Liga LEB (salvando las distancias) debe aspirar a algo más. Esto no es producto de un día  y ya se han dado señales de que se puede tutear a cualquiera. No hablamos de quimeras, sino de trabajo y buena organización dentro y fuera de la cancha. Confianza.

Lo advertimos a principios de temporada, a fuer de equivocarnos. Tamaña osadía: este equipo debe estar entre los diez mejores de la categoría. Hablamos desde la cordura. No estamos locos ni poseídos por el espíritu ciego del fanatismo. En cualquier caso, es demasiado pronto para firmar un obituario, como pretenden algunos. El espectáculo no ha hecho más que comenzar. Soñar no cuesta. Rectificar es de sabios.

Las plantillas no se construyen solo con dinero. Hay otras cosas en el deporte. Los intangibles los podemos encontrar dentro y fuera de la cancha. El CB Canarias no es un ídolo LEB con pies de barro. En este club existe una estructura sólida. Hay una filosofía de juego en la que viene insistiendo su mentor, Alejandro Martínez, desde que tomara las riendas de un equipo que ha ido atesorando experiencia en las últimas temporadas con una pléyade de jugadores que son ya de la casa. El equipo en pleno es nuestro jugador franquicia. Hay un compañerismo y una unión allende los límites del parqué. Esos son los intangibles. También juegan. También ganan partidos. Los nombres, las figuras, los estados del Facebook, no ganan partidos por sí solos. Pregunten en la oficina de información de los Angeles Lakers. O en las del FC Barcelona.

En estas primeras nueve jornadas de liga hemos tenido que sufrir la novatada de los veteranos ACB. Hemos sido víctimas del capricho de un bombo que nos ha impuesto un duro peaje: un arranque de liga que nos ha emparejado a equipos del grupo de cabeza.  Sin embargo, el equipo ha demostrado que puede ganarle a cualquiera si es capaz de mantener a raya sus propios demonios deportivos: la ansiedad, la precipitación, las ganas desmesuradas por demostrar que son mucho mejores que lo que demuestra una fría clasificación. El baloncesto es un juego de detalles. Quien logre controlar esos detalles tendrá en su poder el santo grial de la victoria. Hay que tener paciencia.

La Penya. No es el equipo que encandiló en épocas pasadas. La crisis económica, la gestión de un exjugador metido a político puesta muchas veces en entredicho a lo largo de su mandato… ¡Quién sabe!  Los verdinegros y sus intangibles. Los nuestros no se enfrentarán a los Margall, Jofresa, Villacampa, Jiménez (sólo fuimos capaces de ganarles una vez, en aquel histórico 85-84 de la temporada 87/88 que nos dio el pasaporte a la Copa Korac)… Aunque por la memoria de los aficionados aurinegros más veteranos desfila una pléyade de estrellas que hicieron grande el baloncesto nacional en aquella época en que solo se permitían dos extranjeros por club. ¡A qué nivel superlativo llegaría nuestra ÑBA si volviéramos a revivir épocas pasadas! (ya entonces se lanzó el grito al cielo porque dos extranjeros eran demasiados para la progresión de la base). Pensar y proclamar que España es grande (baloncestísticamente hablando) porque tiene una liga mercenaria es una gran falacia. Ojito a lo que pueda acontecer en el próximo lustro en cuanto empiecen a colgar las botas gasoles, navarros y demás estrellas del baloncesto patrio actual. Para colmo, los recambios llegan desde más allá de Los Pirineos: los Mirotic, Ibaka, etc.

La Penya mete miedo en su cancha, como cuenta Alejandro Martínez en su particular rueda de prensa de la semana. Lo han ganado todo como locales, salvo un pequeño desliz (84-89) que tuvieron ante el Blancos de Rueda Valladolid, otro equipo que también estaba (como nosotros) visto para sentencia a principios de temporada y que ahora anda coqueteando por los puestos de play-off. Otro equipo de intangibles.

La Penya es un equipo que asusta al primer vistazo. Pero si analizamos su plantilla empezando por los bases y terminando por los pívots, observamos que a medida que el equipo va ganando en centímetros empieza a perder fuelle. Porque sus dos principales referentes de ataque son precisamente sus bases: Corey Fisher y Albert Oliver, máximos encestadores del equipo con 12,9 y 11,3 puntos respectivamente.

Fisher es un chico del Bronx que una vez metió 105 puntos en una Liga de Verano. Eso sí, gracias a 23 triples, porque, si no, no hay manera de que salgan las cuentas. Es un base rápido, explosivo y, como se puede comprobar, un fusilero más allá de la línea de 6,75. Lo secunda Albert Oliver, jugador local de gran experiencia ACB (Manresa, Valencia, Estudiantes), uno de los mejores triplistas de la categoría y gran director de juego. Si se les hace la defensa adecuada, le cortaremos una cabeza importante a la Hidra de Badalona.

Su juego exterior se sustenta también en otros dos jugadores: Moses Ehambe (9,8 puntos), jugador con pasaporte congoleño que también la suele armar con sus lanzamientos triples; y Manny Quezada (10,8 puntos), un viejo conocido de la LEB ORO (León), hábil en el 1×1 y buen tirador.

Siempre hemos opinado que en un equipo de baloncesto hay que empezar la casa por el tejado, aunque luego la expresión se nos vuelva incongruente. El juego interior flaquea un poco. Destaca el norteamericano Tony Gaffney (10,7 puntos y 6 rebotes), al que acompañan unos secundarios de lujo: Sitapha Savané, nuestro Tap, que tras toda una vida baloncestística vinculada a las islas, recala en la capital de Cataluña para inculcar su experiencia y calidad humana a los jóvenes de la Escola de Basquet badalonesa. Y un Jordi Trías  (1,7 puntos) que, tras su paso por el FC Barcelona, se trasladó a la cancha del hermano menor para reimpulsar una carrera que, a sus ya 31 años, no termina de despegar, merced a los pocos minutos que está disfrutando de la mano de su entrenador, Salvador Maldonado.

Los jóvenes que completan la plantilla verdinegra no están teniendo la relevancia esperada, tal es el caso del techo del equipo (2,14) Ognien Kuzmic (5,9 puntos y 5,4 rebotes), jugador bosnio cedido por el Unicaja y que la pasada temporada militó en el filial Clínicas Rincón. Junto a éste, el joven canterano Nacho Llovet (4,6 puntos), pívot fajador que suple la falta de centímetros (2,01) con un gran espíritu de lucha.

En definitiva, partido entre dos equipos cuya trayectoria en la liga terminará por cruzarse al final de la temporada. Es otro miembro de ese particular club que hemos denominado en otras columnas “Uno de los nuestros”. Tarde o temprano los verdinegros accederán a este club porque hasta el momento los rivales a los que ha derrotado son (o serán) miembros honorarios: Lagun Aro, Manresa, Murcia y Fuenlabrada.

El CB Canarias viaja a Cataluña en busca del fuego (sinónimo de progreso), como aquellos hombres prehistóricos de la película del francés Jean-Jacques Annaud, los cuales encontraron el mágico elemento por casualidad y ya para siempre cambió sus destinos. El destino de la Humanidad. Nuestro destino en la ACB.

¡VAMOS CANARIAS!

Cristo Hernández