«Espíritu ACB», por Cristo Hernández

CRÓNICA AMARILLA

Título: «Espíritu ACB»

Autor: CRISTO HERNÁNDEZ

 cristo hdez.

Con la inercia de los récords, el CB Canarias va afianzándose jornada tras jornada en la tabla clasificatoria de la Liga Endesa y ya empieza a lucir hechuras de equipo ACB. El conjunto aurinegro recuerda ya al mejor CB Canarias de la historia, aquel con el que muchos nostálgicos llevábamos años soñando en la trastienda de la LEB y con el que otros tiritan de envidia al comprobar que sí es posible que proyectos sensatos y bien estructurados terminen cuajando en realidades firmes con perspectivas fiables en un futuro a largo plazo.

Con la victoria de ayer ante Obradoiro (84-77) los tinerfeños han vuelto a reivindicar unas señas de identidad propias, que los han caracterizado desde antaño y que están forjadas con esa aleación irreductible que conforman el trabajo denodado y el espíritu de equipo a todos los niveles: deportivo, técnico, administrativo y social.

En lo deportivo, el CB Canarias ha apostado siempre por un juego vistoso, comprometido en defensa y desinhibido en ataque, con un buen equilibrio entre el juego interior y exterior, y unos directores de orquesta que siempre supieron interpretar la partitura a su gusto, que solía ser también el del bien común. Carmelo Cabrera, Salva Díez, José Carlos Cabrera…

Ante Obradoiro se cumplieron las premisas: se defendió bien a sus hombres claves, se dominó el rebote y se anotó con cierta facilidad como consecuencia de lo anterior. Richotti y Heras maniataron a un desaforado Corbacho que sólo pudo dar muestras de su incontinencia anotadora en un brote de rabia que le duró cinco minutos del tercer cuarto (tres triples, uno de ellos inverosímil).

Los pivots locales redujeron a la mínima expresión el juego interior visitante, anulando a su principal referente en ataque, Levon Kendall, que sólo tuvo argumentos desde la línea de tiros libres (sólo cuatro tiros de campo) para mantener decorosas sus estadísticas. Los aurinegros casi doblaron en rebotes a los gallegos, no tanto por la incapacidad de éstos para capturar rechaces como por el acierto de aquéllos ante el aro (70% en lanzamientos de dos puntos y un 57% en triples).

La dirección de equipo de Ricardo Uriz, que fue in crescendo durante los treinta minutos que estuvo en cancha, alcanzó cotas de magisterio. Salvadas las distancias, el base pamplonica se nos antoja un clon de aquel Carmelo Cabrera que tanto nos fascinó en el pasado por su habilidad para la asistencia y su descaro para la anotación. El replicante, además, rebotea.

Excelente planteamiento del partido por parte de Alejandro Martínez y su staff técnico que interpretan con esquisitez el antes, el durante y el después de cada encuentro. La derrota ante Valencia B.C. y las lesiones de jugadores importantes (Blanco, Rost y Donaldson) no soslayaron el trabajo semanal, sino que retocaron la estructura de un equipo que tuvo la capacidad de afrontar el difícil encuentro ante Obradoiro con una solvencia inusitada, dominando en el marcador durante todo el partido.

La afición (unos cuatro mil espectadores) volvió a ser ese sexto hombre con el que todo club sueña en la pretemporada. Desde las oficinas de Los Majuelos, el club se preocupa cada semana para facilitar la afluencia de aficionados con jugosas ofertas y atractivas promociones que han convertido el Santiago Martín en una fortaleza, como en el pasado lo fueron el Luther King o el Ríos Tejera.

La salvación está casi asegurada. Con nueve victorias en el haber, la distancia con el vagón de cola es ya de cinco victorias. Muy mal lo tienen que hacer los nuestros y demasiado bien los que vienen por detrás para que no sigamos disfrutando de baloncesto de primer nivel en esta isla una temporada más.

Desde esta columna, además, queremos apelar al descaro y la irreverencia. Lo venimos pregonando desde principios de temporada. El CB Canarias tiene equipo suficiente para saltarse el guión de la permanencia. Porque como dice la canción: ¡Todos queremos más!

¡VAMOS CANARIAS!