Claves para la Final de la Euroliga

 
La capacidad defensiva blanca, el cambio de ritmo de Sergio Rodríguez, la multipolaridad griega, el MVP Spanoulis, el doble reto histórico… Real Madrid y Olympiacos buscan sus argumentos para levantar la Euroliga
 
Redacción, 11 May. 2013.- Real Madrid y Olympiacos se disputarán el título de la Turkish Airlines Euroliga el domingo (21 horas; Teledeporte). El O2 Arena de Londres coronará al campeón.

  • La preparación de partido. La final de la Euroliga ya no permite largas sesiones de preparación del juego rival. Suficiente reto es ya el partido de semifinales, como para pensar un paso más allá. Real Madrid y Olympiacos no se han cruzado ni esta ni en la temporada anterior, por lo que tampoco permanece un poso de conocimiento del contrario adquirido de enfrentamientos recientes. Tras el recital frente al CSKA Moscú, al que coartaron desde el cerebro (Teodosic) hasta los ejecutores (negación constante del juego de pintura ruso), el Olympiacos tendrá mucho menos tiempo para preparar una batalla táctica frente al Real Madrid, lo que puede favorecer a los blancos, que pueden toparse con un encuentro algo más liberado ofensivamente.
Foto Euroleague/Getty
  • Defensa blanca. En los últimos siete minutos de la semifinal, el Real Madrid remontó nueve puntos de desventaja frente al Barça Regal a partir de un nivel defensivo no siempre visto esta temporada en el conjunto blanco. La definición de conjunto ofensivo no impidió que firmaran varios minutos defensivos de extraordinario nivel, determinantes en el triunfo. Y era lo primero que citaba Pablo Laso en la rueda de prensa, como si el contrario de tu virtud reconocida fuese lo primero de lo que sacar pecho: «Cuando cambiamos la defensa, pudimos correr», «con el cambio defensivo del último cuarto ha sido cuando hemos podido recuperar una ventaja que era complicada» y «nos hemos sentido cómodos recuperando esos balones y corriendo al contraataque. Le doy la importancia que tiene a ese cambio defensivo», dijo hasta por tres veces el técnico en rueda de prensa. Lo cierto es que la presión de Sergio Rodríguez impedía que Juan Carlos Navarro pudiera siquiera recibir, la primera línea presionaba mucho más arriba y se negaban los pases al juego interior, que con Ante Tomic tanto estaba penalizando a la defensa blanca. Si el Real Madrid es capaz de aplicarse defensivamente a este nivel en la final, añadirá un arma extra y un plus de competitividad que puede resultar determinante.
  • Aportación global. Olympiacos siempre es capaz de hacer aparecer un secundario que modifica el curso del encuentro. O, formulado de otro modo, Olympiacos cuenta con –Spanoulis aparte– un ataque multipolar, en el que los puntos de peligro son tan variados como jugadores tiene sobre la pista. En la rueda de prensa posterior a las semifinales, los dos primeros términos que resaltaba Pablo Laso sobre su rival eran su solidez y su rotación «con todos los jugadores». Kyle Hines y Pero Antic fueron los máximos anotadores del equipo en semifinales con 13 puntos. El resto, no se quedaron tan lejos: Spanoulis y Perperoglou 8, Law y Printezis 6 y Papanikolaou, Sloukas y Shermadini 5. Todos ellos con pequeñas aportaciones de mérito durante el partido. Todos, con alguna cualidad individual capaz de ser bien explotada en momentos concretos del encuentro.
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  • El MVP. Y, más allá de todo ello, está Vassilis Spanoulis. El prohombre de la escuadra de El Pireo, el doble MVP en una Final Four (puede igualar a Toni Kukoc como el único con tres galardones), el MVP de la temporada en la Turkish Airlines Euroliga, el sustento principal de un Olympiacos que, de complicarse el encuentro, de saber que habrá un momento en el que se requerirá a una estrella, le tiene a él. Curtido en ya muchas batallas de máximo nivel, es una de las estrellas que el Viejo Continente todavía reconoce sin dudar.
  • El tiempo de Sergio Rodríguez. El segundo cuarto de las semifinales es la perfecta explicación de lo que Sergio Rodríguez es capaz de imprimir a un partido. Modificó por completo el ritmo, movió a la perfección al equipo y acabó superando al rival, que veía desconcertado como, después de trabajar durante diez minutos, aparecía un pequeño ciclón canario para obligarle a redoblar sus esfuerzos. Más que el control del tempo del encuentro, ante Olympiacos será importante la capacidad del Chacho para exprimir a su equipo (y al rival) en los momentos en que aparece en pista. Para dar el plus esperado que acabe de lanzar a los suyos. Generalmente –y por concepción de Laso–, después de varios minutos en los que el rival ya ha sufrido desgaste. Ahí, en el terreno abonado para la carrera, Sergio Rodríguez puede (volver a) dinamitar el partido. A ofrecer el extra de talento que acaba por desarbolar al rival.
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  • El acierto exterior y la carrera. Durante la primera mitad de la semifinal, el Real Madrid gozó de un extraordinario porcentaje en el lanzamiento exterior, que le permitió jugar con un punto extra de comodidad ofensiva. De mantenerse ese acierto inicial, el conjunto blanco será capaz de evitar que la defensa ateniense se centre en cortar las acciones de creatividad y conexión con el juego interior. Y es podría ser especialmente valioso en un contexto de juego estático, si es que el Olympiacos parte con la premisa de cortar cualquier conato de velocidad madridista.
  • El test definitivo. Reía Pablo Laso cuando le preguntaban si era consciente de aquello ante lo que se enfrentaba en la final. El peso de la historia. Los 18 años que habían transcurrido desde el último título de Copa de Europa, en 1995. Y reía porque él ya estaba allí en 1996, cuando el FC Barcelona les impidió llegar a la final. Y reía, como si quisiera decir que qué mayor test podría existir en la grandilocuencia del madridismo que un partido de Final Four contra el Barça Regal, el eterno rival contra el que tantas frustraciones se habían acumulado en las últimas temporadas. Y reía porque, nueve puntos abajo en el último cuarto, el Real Madrid fue capaz de ser competitivo, experto, defensivo y letal, para clasificarse para la final. Porque fue capaz de dar el paso extra de madurez que requiere un Clásico tan maximizado como el vivido en Londres. Si al Real Madrid le exigían pruebas de madurez, la definitiva ya se ha producido. Ahora, solo queda el test definitivo.
  • La grandeza. Solo Maccabi y Jugoplastika han conseguido ganar más de dos Final Four consecutivas. El Olympiacos aspira a ello, lo que da buena cuenta de la grandeza de un equipo inesperado, especialmente por la gesta de Estambul. La posible doble corona da buena cuenta del poso que puede ser capaz de dejar este bienio ateniense, algo que ha logrado, además, convirtiéndose en la némesis del todopoderoso CSKA Moscú. «Olympiacos merece todo el crédito. No es fácil ganar un título europeo. Ganaron el año pasado y están aquí otra vez. Así que el año pasado no fue casualidad», explicaba claramente Pablo Laso tras vencer la semifinal. El conjunto de El Pireo ya logró lo más grande la temporada pasada. Esta, ya solo tiene ante sí escribir una inesperada doble página en la historia del baloncesto.

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