«El Mundobasket, Orenga y los periodistas futboleros con diarrea mental»

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El Mundobasket 2014 ya es historia. Estados Unidos, demostrando la supremacía de la NBA, se alzó con una merecida medalla de oro. Serbia, la sensación de la cita, se alzó con la plata, sin opciones de sorprender al podería USA (el porcentaje de aciertos desde el 6,75 fue demoledor), con Francia colgándose el bronce tras dejar en la cuneta a la anfitriona y de superar en la lucha por el tercer y cuarto puestos a la combativa Lituania, la selección que pasó por el Gran Canaria Arena.

De la actuación de la selección española está todo dicho. Caer en cuartos ante una selección potencialmente inferior (las ausencias fueron  notables, aunque crecieron desde la unidad del grupo y la gran dirección desde el banquillo), fue un palo muy duro para la afición que habitualmente sigue este deporte y para quienes formamos parte del periodismo especializado, es decir, los que estamos al día de lo que sucede en la cancha y fuera de ella, incluyendo las formas de proceder en la FEB).

Mi asesora doméstica, que entiende de basket (fue jugadora e internacional como auxiliar de mesa en el Mundobasket 86, con sede en Tenerife) me dice que no me meta con la gente de mi profesión. Tiene razón. Sin embargo, lo que he leído y escuchado tras la debacle de España ante Francia puede conmigo y, sin que ella lo sepa, me siendo delante del ordenador para compartir mis sensaciones con los basketmaníakos y amigos que me siguen en Facebook y Twitter.

En vísperas del partido escuché en Radio Marca España decir a un periodista futbolero: «¿Perder con Francia? vamos… si eso sucede dejo esta profesión». Cierto es que esa derrota no entraba en los pensamientos de nadie, sobre todo después de ganar a los galos de más de 20 en la fase previa. Ese mismo periodista futbolero dijo al día siguiente: «No entiendo por qué se quiere crucificar al seleccionador cuando los errores en el rebote y los bajísimos porcentajes en triples los cometieron jugadores consagrados. La gente es injusta», comentó. Otros vendieron la piel antes de cazar al oso y hablaban de cómo España le podía ganar el Oro a Estados Unidos: «Si los dos equipos juegan al 100% España es superior». Vamos, total desprecio al rival, como hicieron en el Mundial de Brasil, que primero pusieron a los de Del Bosque en la finalísima y luego crucificaron a todos los de la «Roja».

Opiniones que, con el debido respeto, van directamente a la papelera virtual pues llevan las firmas de gente atrevida, sin el menor conocimiento de nuestro deporte e incapaces de ver más allá de si entra o no la canasta. Es una «rara especie humana» que demuestra ser, además de ignorantes cestistas, totalmente resultadistas. Periodistas futboleros que analizan una situación desde el marcador final, sin preocuparse, porque jamás lo han hecho, si ese seleccionador al que defienden sin razón dejó de tomar decisiones que hubiesen conducido a España a semifinales y, de haberle ganado en la misma a Serbia, a la gran cita del domingo, ante la gran USA.

Hablan y escriben sin ser capaces de documentarse. No tienen la menor idea de que Orenga fue un capricho de su amigo José Luis Sáez, ese presidente que se cargó de un plumazo a Pepu Hernández, el entrenador que nos llevó al oro de Japón. No han querido saber los periodistas futboleros que ese despido fue porque el bueno de Pepu le hacía publicidad a una entidad bancaria que era la competencia de otra que patrocinaba a la FEB. Llegaron otros técnicos y cuando el antecesor de Orenga dimitió, el que no le ha empatado a nadie se encontró con el regalito de «tío Sáez», para enfado de los grandes entrenadores que tiene este país todavía llamado España.

En el último Eurobasket, donde lograron el bronce, España cayó ante Francia por culpa de la pésima dirección de Orenga, entrenador que no sabe afrontar finales apretados ni sacar lo mejor de la generación que tenía a su disposición, ello a pesar de las ausencias de Pau y Calderón.

Lo que no hizo ante Francia, en este Mundobasket, lo vio todo el mundo que entiende de BA-LON-CES-TO menos los periodistas futboleros. Por eso, porque lo vieron, el Palacio de los Deportes de Madrid fue un clamor al gritar «¡Orenga dimisión!. Frase crítica que se escuchó de nuevo en la finalísima del domingo, a la vez que silbaban al gran culpable del fracaso, José Luis Sáez, ese presidente que dejó Andalucía para dirigir los destinos de una caja registradora llamada FEB (y no lo hace gratis, que conste).

Esos «colegas» futboleros que insisten en calificar de injusticia lo que la afición y la prensa especializada han dicho de Orenga no tienen capacidad mental para entender que Calderón es un gran base y que sacarlo de «dos» para resolver situaciones no es bueno ni para el extremeño ni para el EQUIPO. Esos futboleros del periodismo metidos a enterados del basket no vieron a un «Chacho» Rodríguez triste y sin esa dinámica demoledora que le llevó a ser el mejor base de la Euroliga porque Orenga no confió en él. Esos periodistas no consideran determinante que se castigue al banquillo al gran Felipe Reyes, mejor reboteador español de la ACB, cuando Marc, Ibaka o el mismo Pau no estaban finos en la lucha por el rebote.  No entienden, porque no saben nada de este deporte de la canasta, que los tiempos muertos están para agotarlos, sobre todo cuando hay que parar una reacción del rival. Como tampoco consideran una falta de autoridad que el señor Orenga, el seleccionador (ahora dice que es un empleado más de la FEB) permita que Ricki Rubio acuda a una presentación publicitaria o que los hermanos Gasol dejen la concentración para irse a Barcelona para conocer al primer descendiente de Marc. O que Sito Alonso, el segundo de Orenga, se distraiga con su firma por el Bilbao…

Un Mundial, estimados periodistas futboleros, es algo muy serio. Exige la total concentración, sobre todo si eres la selección anfitriona y todo un país tiene depositadas sus ilusiones en esos 12 hombres que visten la «Roja». Por estas cosas y otras más que se quedan en el vestuario, quienes entienden de BA-LON-CES-TO alzan la voz y piden las dimisión del seleccionador y de un presidente caprichoso que se cree el dueño de la FEB.

En noviembre habrá movimientos. Se los garantizo. Este Sáez se cargará de un plumazo a su amiguito Orenga con la mismas tranquilidad que lo puso al frente de esta máquina de hacer buen basket. Y lo hará porque ya nota los temblores bajo su poltrona y antes de perderla sacará el machete para cotar cabezas. Eso sí, la de Ángel Palmi, otro vividor cestista que solo sabe salir en las fotos, viajar, comer y enchufar a sus amistades, no correrá peligro.

Postdata/ Esos periodistas futboleros son los «tontos» (con perdón) que cuando un colega especialista en basket hace un comentario de fútbol y le sueltan: «¿Pero que dices?, lo tuyo es el baloncesto». Por eso hoy, en este modesto blog que no llega a la España futbolera, les digo desde mi islita y con toda una vida dedicada al BA-LON-CES-TO: «Al pájaro se le conoce por su cagada y ustédes, con esa prepotencia y falta de respeto y de profesionalidad, padecen diarrea mental»

AGUSTÍN ARIAS (37 años escribiendo de BA-LON-CES-TO)