«Debe recuperar sensaciones para divertir y divertirse»

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El baloncesto es una actividad deportiva en la que se gana y se pierde. Se pueden hacer las cosas de maravilla y ver cómo el triunfo favorece al rival porque lo hizo mejor, debido a la elección de un mal tiro, una falta innecesaria o un error garrafal de los árbitros. Caben numerosas opciones para salir sonriendo o tristes de una cancha de juego.

Lo que no es recibo es dar una imagen no acorde a la primera lección que figura en el libro de todo deportista: ILUSIÓN, CONCENTRACIÓN, ENTREGA, GANAS… ¡¡¡GARRA!!!

El Iberostar Tenerife ofreció el domingo su peor versión en el «Fernando Martín» y el Fuenlabrada, en zona peligrosa, le pintó la cara. Le pasó por encima demostrando otras de las carencias en los hombres de Alejandro Martínez: Hambre de baloncesto, esa que le llevó a sumar sus seis victorias. Poca intensidad en el arranque; mejoría en el final del segundo periodo e inicio del tercero (45-43), para volver a tropezar en la misma piedra (léase falta de combatividad y de coraje para superar el desplome en el juego…)

Claro que las victorias lejos de casa se valoran a un precio muy elevado y que en esta Liga Endesa nadie regala nada. Sin embargo, sí que es necesario exigir, y exigimos a los profesionales aurinegros, ser más intensos en todas las facetas del juego. Pedimos que recuperen las señas de identidad del canarismo. Queremos ver al representativo divertirse sobre el parquet con ese juego agresivo en defensa, rápido en la subida del balón y «matador» a la hora de mirar, con descaro, la cesta contraria. Ese es el CB Canarias que quiere seguir viendo el aficionado aurinegro. ¿O es que se acabó la magia?…

Ya ven que no hablo de esas cuatro derrotas consecutivas. Ya hemos pasado por circunstancias mucho más peligrosas, como aquel inicio en ACB con seis derrotas consecutivas, o las muchas recibidas tras la Copa del Rey de Málaga.

Lo que no se debe repetir es lo sufrido el domingo en la pista del «Fuenla». Se antoja difícil hacerlo peor, siendo esta la única lectura positiva del desastre deportivo. No me cabe la menor duda de que el grupo, el mismo que nos hizo ilusionarnos con la Copa del Rey con aquellas tres victorias consecutivas lejos del Santiago Martín, sabrá encontrar la puerta de salida a la mala imagen. Es más, estoy convencido que el domingo, ante el UCAM Murcia, esa espina que deben tener clavada los «guerrilleros canaristas» se convertirá en alegría compartida con la afición del Santiago Martín. Ese día, el jugador número 6, ese que ayer se sonrojó ante el descontrol ofrecido por «su equipo», se volcará como lo ha hecho siempre en casa.

Hay preguntas necesarias y la afición se las hace: ¿A qué se debe el claro bajón evidenciado por el equipo frente a Bilbao y Fuenlabrada? La respuesta, bajo mi modesta opinión, es FALTA DE FRESCURA.

El Iberostar Tenerife ha dejado de ser ese equipo batallador capaz de llegar con fuerza a la recta final para remontar un marcador adverso, lo que hizo ante La Bruixa d’Or o el Gipuzkoa. El mismo que plantó cara al Joventut en su feudo badalonés.

Da la impresión que los 40 minutos se le hacen una eternidad. Como si se encendiera la luz de la reserva en mitad del partido. No seré yo quien cuestione el trabajo físico de Xisco Sanz y su gente, pero las circunstancias, lo que uno aprecia en estas últimas citas, invitan a pensar que algo está fallando. Que no es normal que se prodiguen las lesiones musculares o que el nivel de intensidad de Sekulic, Sikma, Úriz, Beirán… se reduzca de manera cuanto menos preocupante.

Seguro que las dudas se despejarán tras los partidos en casa ante UCAM Murcia y Sevilla Baloncesto. Me niego a volver a ver al representativo dando una imagen inapropieda con la filosofía del club. Se puede perder, pero siempre con la cabeza bien alta.

AGUSTÍN ARIAS