«El Obradoiro se desfondó en Tenerife», titula La Voz de Galicia

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Pese a al plaga de bajas, aguantó 37 minutos ante un rival liderado por White

M. G. REIGOSA
SANTIAGO / LA VOZ DE GALICIA

El Obradoiro, asolado por las bajas, cayó en Tenerife en un partido en el que plantó cara hasta donde pudo. Luchó por el milagro e hizo sufrir al rival, pero se le hizo larga la contienda: 70-55.

 Haciendo de la necesidad virtud, el conjunto santiagués consiguió irse al descanso con tres puntos de ventaja y un mérito enorme. Sin sus dos tiradores más cualificados, sin el gladiador Llovet, con Pozas de vuelta pero lejos de su mejor forma, sin terminar de cerrar el rebote debajo de su aro (concedió nueve capturas), sin que Rosco Allen encontrase el sitio, con Whittington desaparecido en el primer cuarto pero redimido en el segundo, sin apenas puntos exteriores…

Lo logró espesando mucho el baloncesto, maniobrando para evitar que el Tenerife cogiese ritmo, incomodando cuanto podía. Y ayudaron los bajos porcentajes de acierto de los insulares, sobre todo en el triple.

El colectivo de Moncho Fernández multiplicó la actividad en la retaguardia. Y delante se encomendó a las minirachas: un par de triples de Bendzius, el rebote ofensivo de Whittington, un tardío despertar de Allen, un triple de Matulionis… Sin alardes, sin perder la compostura.

 Y, en paralelo, el Alquimista de Pontepedriña administrando los descansos de los jugadores del cinco inicial con fugaces visitas al vestuario, lo justo para tomar un poquito de aire o tratar de proteger a sus discípulos de las faltas personales. El Obradoiro llegó a ganar de ocho, pero un parcial 5-0 llevó el 25-28 al electrónico antes del intermedio.

El tercer cuarto fue el de la agitación y el despegue local sustentado en una mejor puntería desde 6,75 metros y la obnubilación de McConnell primero y Pepe Pozas después. Las pérdidas de balón hicieron un gran daño. Aun así, y con Cárdenas al volante en los dos últimos minutos del tercer cuarto, elObradoiro se mantuvo dentro de partido: 49-45.

 Una vez que cogió una pequeña renta, el Tenerife ya no la cedió, en gran medida porque al conjunto santiagués le faltaban recursos en ataque. Llegó a acercarse a tres puntos con un triple de Whittington (57-54), de largo el jugador más inspirado de los visitantes. Pero la reacción no pasó de ahí. Porque enfrente Davin White cogió el toro por los cuernos y se adueñó de los tres últimos minutos, anotando, repartiendo, mandando.