POR LA IGUALDAD de oportunidades a todas las edades, por mejorar la formación, por más y mejores empleos, por tener un lugar para cada uno en la diversidad, por combatir la exclusión social y la pobreza, por mejorar las condiciones de trabajo y por una Europa para todos.

¿Quién no estaría de acuerdo con estas propuestas que, en precampaña electoral, hace la Comisión Europea? Seguramente firmaríamos por ellas sin ninguna duda todos los que estamos participando en esta construcción europea que a veces se hace lenta, incomprensible o desigual para los que habitamos este gran continente que se prolonga más allá.

Y más allá también es Canarias. No nos da vergüenza hablar de Canarias cuando hablamos de Europa. Los canarios tenemos una esencial vocación de europeos y una historia común con Europa, pero a Canarias le cuesta más ser europea.

Los canarios que vivimos en las Islas no podemos ver pasar desde nuestras ciudades y pueblos un tren de alta velocidad. Ni cambiar de país (tampoco de región) con sólo coger un coche. Nuestras bellezas naturales nos obligan a repartirnos en menos espacio. Miramos con envidia los amplios paisajes no contagiados de cemento o salpicados de casas autoconstruidas que nos muestra la bella Europa a unos pasos de sus capitales. Observamos como un milagro la alegría de los ríos navegables y las industrias. Necesitamos muchas horas de vuelo para estar en el corazón de Europa. Nuestras autopistas se cruzan entre la necesidad de comunicarnos mejor y la rabia de dañar el medio ambiente.

Hoy, en el Día de Europa, tampoco hay que olvidar que en el resto de esta Unión, que ha entrado ya en la madurez, el paisaje tiene claroscuros; hay falta de integración de millones de inmigrantes, hay pobreza y paro y los países de la ampliación requieren duplicar el trabajo y el presupuesto. También queremos participar en esa otra construcción.

Pero es un ejercicio de responsabilidad no olvidar que estamos condicionados de forma estructural, ahora y en el futuro, por nuestro carácter de Archipiélago alejado y fragmentado: nos cuesta más ser europeos porque nuestra agricultura exige más esfuerzo y nuestro comercio más dinero. Porque el empleo, la sanidad, la educación, la vivienda, la industria y la innovación siempre estarán matizados por la lejanía, la insularidad, la falta de suelo, el número de habitantes y la dependencia del turismo.

Nos cuesta más ser europeos porque en España hay un sistema electoral injusto que no tiene en cuenta a las regiones. La alternativa es votar por grandes partidos centrales que no miran más allá del continente o formar coaliciones para alcanzar los escaños que nos permitan poner a nuestros representantes en Bruselas y Estrasburgo.

Y, sin embargo, rompiendo con todos los hándicaps, que al final nos están haciendo más fuertes, estamos logrando ir directamente a Europa, con hombres y mujeres canarios que trabajan ante las difíciles riendas de reglamentos y programas sobre nuestras necesidades y hacen oír nuestras aportaciones. Gracias a eso hemos obtenido más reconocimiento en la Europa de las instituciones que en el Madrid del centralismo arcaico e interesado.

A los canarios se nos hace difícil ser europeos, pero la vocación de lucha y la amplitud de miras de nuestra gente hacen de ello un desafío. Y por ello el combate contra las diferencias se hace más imperativo. Asumámoslo sin complejos.

* Candidata de Coalición Canaria al Parlamento Europeo