Patricia, Tracey, Amanda y Cristina tienen 16 años y cursan 4º de la ESO en uno de los institutos de Santa Cruz de Tenerife que ha participado en el programa de Intervención sobre Tabaquismo en Educación Secundaria (ITES). Todas menos una de ellas llevan en las orejas zarzillos de grandes aros, que es lo que está de moda.

Lo que seguro que no se lleva es fumar, según cuentan estas adolescentes. "Somos más los que no fumamos que los que fuman", afirman, aunque reconocen que "casi todo el mundo lo ha probado", pero que el sabor no les gusta. La mayoría de ellas reconoce que en su casa se fuma, pero que los malos humos no las incitan a coger el cigarrillo.

No han observado que ninguno de sus compañeros que fuman lo haya dejado con ese programa. Alberto, de 17 años y flequillo en forma de cresta cuidadosamente engominado y descolocado, opina que los que fuman "lo hacen por la tontería de los amigos" y que la mayoría no lo quiere dejar. "Más adelante será cuando quieran dejarlo", dice.

Amanda, rubia y vehemente, afirma que ella nunca ha probado el tabaco y que los chicos de su edad que fuman lo hacen "porque los padres no los dejan hacer nada y así se sienten mayores fumando".

Todavía es pronto para que los compañeros que fuman se asfixien cuando les toca correr en clase de gimnasia, pero no para percibir su olor. Entre estos jóvenes, los que reconocen haber tenido una pareja o amistad especial que fumaba dicen que "era un poco desagradable".

El cigarrillo encaja mal con la cultura de estos jóvenes, preocupados por su aspecto, que acuden a clase cuidadosamente peinados (o despeinados, según la moda). "Se nos ponen las uñas amarillas, te huele el pelo... ¡Qué va!", dice Amanda, despreciando los efectos de la nicotina.

Más las chicas

Las actividades del programa ITES les han agradado y les han parecido útiles. Con ellas, por ejemplo, han descubierto que "fuman más las chicas que los chicos", gracias a un juego, explica Patricia.

Durante un acto celebrado ayer en el salón de actos del Instituto Andrés Bello, estos y otros jóvenes recibieron un diploma, una gorra y un pin por haber participado en este programa.

Según la Consejería de Sanidad, en este curso académico han participado un total de 29 centros, 192 profesores y casi 5.000 alumnos de todos los niveles de Educación Secundaria.

"Los resultados del programa ITES muestran influencias significativas en el consumo de tabaco entre los adolescentes participantes, con una reducción general del 54% de la proporción de fumadores con respecto a los chicos de sus mismas edades que no han participado en el programa", añade la nota de Sanidad.

Se trata de un programa de prevención de tabaquismo en los centros educativos de Canarias, cuyo objetivo principal es la disminución de la proporción de jóvenes fumadores cuando terminan la ESO. Se desarrolla a lo largo de los cuatro años de la ESO, comenzando en 1º y finalizando en 4º.

Cuando se les pide a los chicos que expliquen sus experiencias con el programas ITES dicen que han hecho encuestas, actividades y juegos sobre el tabaco y sus efectos perniciosos.

Los jóvenes con los que habló EL DÍA son muy claros a la hora de expresar su desagrado hacia el tabaco. El cigarro ya no se lleva, huele mal y no pega con su pulcro aspecto.