EXISTE una apatía en las obras de nuestras carreteras tinerfeñas muy preocupante. Este periódico publicó, el pasado miércoles, la reveladora foto de una peligrosa parada de guaguas en la TF-1, en donde se juega con la vida de los usuarios. Las obras de la autopista del Sur van muy lentas. Comprendemos lo engorroso de estos trabajos, pero llevan varios años realizándose. Lo mismo ocurre a la entrada de Santa Cruz, pasada la Casa Cuna, sentido descendente. ¿Qué es lo que provoca tanta lentitud? ¿Cuántos años más harán falta para terminar estos trabajos?

Otras vías, igualmente importantes, llevan el mismo camino. La carretera de El Burgado, por ejemplo, entre Los Realejos y el Puerto de la Cruz. ¿Cuál es el motivo de que continúe parada, o casi, sin que nadie diga nada. En el mismo término municipal, la carretera de acceso, por el Botánico y desde el enlace de la autopista del Norte, no ha sido embellecida y aún quedan cunetas sin terminar. El firme desde el Jardín Botánico al casco del Puerto se encuentra en un estado lamentable.

Que tome nota de todo esto la consejera delegada de Carreteras del Cabildo de Tenerife, Vicenta Díaz, para que el organismo insular pise el acelerador de aquellas obras que son de su competencia. Y lo mismo le decimos al Gobierno de Canarias. Mientras que en la isla de enfrente se han culminado unas infraestructuras viarias espectaculares, aquí nos quedamos atrás. ¿Le habremos cogido miedo a esos mindundis disfrazados de ecologistas que hasta se oponen al cierre del anillo insular? Porque, en el colmo de los despropósitos, ahora hasta se manifiestan para que esta obra, vital para los intereses futuros de la isla, no se culmine. Hace falta ser brutos.

Tenerife no se puede quedar atrás en unos tiempos en que cada vez cuesta más dinero la obra pública. Es preciso aprovechar todos los convenios que nos ofrezcan, desde donde sea (España, Europa), para acabar nuestras infraestructuras. Estas islas van camino de su soberanía, inexorablemente. Todo lo que podamos conseguir antes nos lo íbamos a ahorrar. Así que pongamos manos a la obra. Nuestras carreteras secundarias no son un modelo de perfección, ni de señalización. Hagamos un esfuerzo para dejarlas listas y recordemos que Tenerife es una isla turística en la que no debe faltar un cartel, ni debe haber un hoyo en el asfalto.

Vivimos de la estética, así que debemos conseguir una isla bella, bien comunicada, con carreteras hermoseadas con flores y con árboles y con toda la flora conveniente para que sean también unas vías distintas. Esta isla es muy bonita y se puede -y se debe- proteger sin hacer demasiado caso a los falsos ecologistas, políticos con piel de cordero. Y no otra cosa.