Existe, como ha denunciado este periódico, una jauría de enemigos de Tenerife que compone una sinfonía bufa, pero muy peligrosa. Mientras nadie niega el progreso a las otras islas, en la nuestra existe, dentro mismo de ella, un ejército desestabilizador, una particular quinta columna, que tiene en jaque, y muy preocupada, a nuestra sociedad.

Últimamente se refugian bajo el paraguas del "no" a todo, y bajo la curiosa denominación de anti-sistemas, pero no son más que unos desalmados que lo que pretenden es hundir a la tierra que dicen querer, defendiendo intereses extraños. Intereses, por otra parte, de todos conocidos.

Esta isla siempre ha visto actuar, en contra de su desarrollo, a poderes ocultos. Poderes que desvían presupuestos, que le hurtan delegaciones comerciales y oficiales importantes, que barren para otras orillas para restar protagonismo a la isla principal del Archipiélago, por población, por extensión y por historia. Estamos acostumbrados a ver la acción de estos desalmados y, tristemente también, a tener al enemigo en casa.

Los alborotos surgidos como protesta de un excelente Plan General de Ordenación Urbana, el mismo que fue aprobado hace meses por todos los grupos en el Ayuntamiento de la capital, demuestran la existencia de estos poderes ocultos y de estos desalmados, que son incluso capaces de aplaudir cuando alguien anuncia que hay una bomba en el Ayuntamiento de Santa Cruz y el alcalde Zerolo se ve obligado a desalojar el edificio.

Todos estos sucesos no serán, dentro de unos días, sino la historia alborotada de los despropósitos, de los desmanes de quienes no quieren a la ciudad. Ellos no serán recordados sino como anécdota, pero mientras tanto Santa Cruz se encontrará en la boca de todo el mundo por el salvajismo de unos pocos. No por la educación, el respeto y la exquisitez de la inmensa mayoría de sus habitantes.

El plan será aprobado el día 4. El alcalde cuenta con mayoría suficiente. Pero es patético ver al PSOE presionando a quienes entre los suyos están a favor del nuevo ordenamiento -Gloria Rivero y Ramiro Cuende, por ejemplo-, anteponiendo una errática disciplina de partido al porvenir de la ciudad. Es triste saber que en el PSOE tinerfeño mandan un tal Corrales, un advenedizo procedente de Izquierda Unida y colado de matute en el PSC, y Santiago Pérez, uno de los más genuinos representantes del "no" a todo, hasta límites de auténtico ridículo. ¿Con estos dos espera el PSOE "conquistar" Santa Cruz? Váyanse por ahí.

Harán bien los socialistas de pro, los conscientes de que Tenerife necesita de gente sensata y no de opositores de profesión, en variar el rumbo de su política. Harán bien en ayudar a solucionar el urbanismo en la ciudad, que es lo que pretende este plan. Harán bien en no caer en la trampa de los agitadores profesionales que no se quieren ni a sí mismos.