QUEREMOS dejar sentado, antes de comenzar nuestra disertación acerca del mestizaje de la actual población canaria, que nuestras intenciones, principalmente, como soberanistas canarios, no son otras sino la de contribuir a crear en las mentes de los canarios algunos contenidos para que se puedan adentrar en la verdadera historia del noble pueblo canario y dejen de descalificar a todos aquellos que, a nuestra manera, nos atrevemos a luchar en pro de la causa, pero desde el diálogo, las buenas maneras y contra los terrorismos fundamentalistas, tanto racistas como religiosos, de aquellos que amenazan con expulsiones, recientemente, a canarios de integración, como el que suscribe el presente, pues no entienden para nada aquello que dijera el patricio Secundino Delgado, donde todos podemos contribuir a que Canarias labore por su soberanía, sin exclusiones y sí con integraciones: "Un pueblo que, como el de Canarias, está formado de hijos de diferentes naciones? y al que han arribado a emplear sus capitales los unos, y a disfrutar de su incomparable clima los otros no es genuinamente español, aunque el Gobierno de España sea quien lo gobierne, ni aunque por la leyes de España se rija".

Nosotros, como demócratas tolerantes y canarios de integración, producimos el presente en razón a improcedentes descalificaciones que se vienen vertiendo en la prensa, llenas de odio y con esquemas fundamentalistas totalmente improcedentes en la mentalidad y carácter de este noble pueblo canario.

El elemento básico de la población insular anterior a la conquista tiene, como características principales, una elevada estatura en comparación con la de los conquistadores, piel relativamente blanca y cráneo voluminoso, distintivo de la raza cromañón. Destacamos, según Verneau, tres grupos principales: tipo guanche, tipo semita y un tercer tipo no muy bien definido, pero con ciertos caracteres negroides.

Se ha difundido, por los españolistas, canarios de servicio, la falsa idea de la desaparición de los aborígenes por los genocidas castellanos, en y después de la conquista de Canarias. La etnia, a pesar de las innegables ventas de esclavos, se conservó en los siglos XV, XVI, XVII, XVIII y parte del XIX. En cualquier estudio genealógico que hagamos, recurriendo a los más fiables archivos de historia familiar, cuales son los de la Iglesia católica, en Tenerife, encontraremos esclavos indígenas, hijos de los esclavos tales o el vocablo negro, referido a las importaciones que hacían del continente, referido a individuos de color distinto al de los aborígenes, como también el adjetivo libre, referido, ¡suponemos!, a todo aquel que dejó de ser esclavo.

Siempre que hablamos de mestizaje, referido a nuestros ocho hijos, es el resultante del cruce entre una canaria legítima y un cántabro, cuestión que, tanto para mi esposa como para mis hijos no les ha creado, en absoluto, ningún trauma. Es indudable, en nuestra humilde opinión, que en los albores de la conquista el mestizaje del canario, del que algunos se avergüenzan, procede de uniones con los castellanos sobre bases de "derechos" de conquista. Significamos que lo actual canario es el producto de varias y diferentes etnias donde predomina el bereber. Nunca nos atreveremos a hablar de una raza pura, pues después de Noé el mundo está compuesto por poblaciones de mestizos. Raza pura, pura, no existe.

En el fondo de muchos canarios, lo que subyace en lo referido a su mestizaje son cuestiones de xenofobia y racismo que a diario y por medio de los distintos medios se los inculca, ¡machaconamente!, el colonialismo que impone su cultura. El cuadro psicológico de tanto seudoespañol -godos canarios- como pulula en este Archipiélago Atlántico y Tricontinental (Nación Canaria) entra de lleno en lo que denominamos como el "síndrome" del colonizado que, ¡desafortunadamente!, tanto abunda por estos peñascos. ¡Craso error! el de aquellos que se consideren descendientes de europeos, españoles nacidos en Canarias y que en román paladino se denomina como criollo, al igual que el nacionalista crematístico Luis Mardones Sevilla. Nunca hemos pretendido, ¡cual godo listillo!, decirles a los canarios quiénes y cómo son, pero vendrán a convenir con nosotros que son los malos canarios los que no son capaces de defender su Historia y etnia diferenciada, son aquellos que buscan, por sus apellidos impuestos, antecedentes españoles hasta el extremo de creerse europeos.

Hemos constatado que, en el siglo XIX, tenían más claro que actualmente lo que era España y lo que era y es Canarias; ponemos el siguiente ejemplo didáctico que descubrimos en una partida de defunción que detallamos: "En diez y nueve de julio de 1822 D. Domingo Asevedo Bdo, que fue de esta Parroquial de la Villa de Adexe enterró a D. Matías Fernández, natural de Palencia, en España hijo legítimo de D José Fernández y Dª Josefa García, marido de Ynes de Anguita y Collar, recibió los S. Sacramentos e hiso testamento".

El mestizo fue un elemento fundamental en la demografía y la sociedad de Latinoamérica, donde se vio favorecido por la escasez de mujeres europeas entre los conquistadores. Por otra parte, el indígena se sentía honrado de lograr emparentar con los recién llegados, seres a los que consideraban semidivinos en su concepto. A ello se añadió el régimen matriarcal existente, al igual que en Canarias donde, además, existía la poliandria (el que las mujeres tuvieran más de un esposo). La legislación española tendió a fomentar los casamientos interraciales. El mestizo era reconocido con frecuencia por el padre español y la madre era tratada como compañera e incluso se le daba una dote. Todas estas circunstancias consideramos que se pueden extrapolar a la población aborigen de estas Islas del mar Atlántico. El crecimiento vegetativo de la población criolla, considerada como blanca, se hizo básicamente a expensas del mestizo, pues se entendía que hasta con un octavo de sangre bereber una persona podía considerarse española y, por otra parte, el índice de natalidad de españoles puros era muy bajo, tanto por la falta de mujeres de su etnia como por la falta de aclimatación.

En cambio, el mestizaje con negro fue numéricamente inferior y, además, la esclavitud de éste hizo que se prohibiera el matrimonio interracial y que el mulato heredara la esclavitud de la madre.

Para matizar más si cabe y de nuestras investigaciones genealógicas en Adeje véase, como ejemplo, esta partida de bautismo que data del 20 de junio de 1810: "[...] párvulo esclavo hijo de Bentura Guanche y Jacinta Peña, esclavos naturales y vecinos de Adeje, quienes debían sumisión a sus señores los marqueses de Adeje y condes de la Gomera".

Dejamos todo esto expuesto para que los investigadores ahonden en esta sucinta exposición y que todos esos cantamañanas xenófobos y racistas se sitúen en la realidad étnica de los canarios que, no por llevar nombres y apellidos españoles, no son tal, sino que es, a partir de 1530 cuando en los registros de la Iglesia católica se les bautiza y da nombres y apellidos que les fueron impuestos por sus amos, los esclavistas.