El macrocentro de La Esperanza para la acogida de emergencia de los menores que llegan en cayuco toca a su fin y el ambiente de despedida se notó en la fiesta organizada el día 4 de enero, donde el grupo Famille Bou Bess alegró la jornada a los casi 300 niños africanos concentrados en el patio de lo que fue la antigua Escuela Hogar de El Rosario.

Además de los 200 que viven allí, a la fiesta acudieron los chicos de otros dos recursos: Icod y Tegueste.

Estaba invitada la viceconsejera de Inmigración del Gobierno canario, Natividad Cano, que finalmente no pudo asistir. Sí acudió Juan José Domínguez, director de Mundo Nuevo, entidad que gestiona los Dispositivos de Emergencia para Menores Extranjeros no Acompañados (Deamenac).

Andrés González, director del Deamenac IV de La Esperanza, explicó que la noticia de que se cierre un centro de emergencia "es muy buena, porque lo ideal es que los chicos puedan vivir en recintos pequeños, como cualquier hogar, donde se les pueda facilitar una mejor atención". Los centros de emergencia se abrieron cuando la llegada de niños en los cayucos "era continuada y en elevado número", dijo González.

Señaló que en los últimos meses ha disminuido el número de personas en La Esperanza, debido a que unos han cumplido la mayoría de edad y otros han pasado a los proyectos de emancipación, como es el de Las Mercedes.

Andrés González señaló que en los últimos meses el número de menores ha bajado desde los 260 hasta los 113 que hay en estos momentos y recuerda que el centro registró 500 plazas en el año 2007, "cuando nos planteamos montar tiendas de campaña en las canchas deportivas".

Precisó que el tiempo medio de la estancia de estos jóvenes es de un año o dieciocho meses.

"La razón es que han cambiado las rutas de inmigración, porque han decidido que la Península, Francia e Italia son más rentables, y se acabó la ruta hacia Canarias", indicó Andrés González.

Respecto al acto musical de Famille Bou Bess, apuntó que se trata de una fiesta "de clausura", para despedirse con alegría.

Las canciones de hip hop interpretadas por los jóvenes raperos procedentes de Senegal, Ibra Sarr, Beyatl Diaw e Issa Ndiaye, que llegaron en cayuco a Tenerife en el año 2006 y vivieron durante meses allí, en Nivaria, no dejaban indiferentes a los espectadores. Los jóvenes bailaban al trepidante ritmo mientras escuchaban las letras de denuncia a la inmigración clandestina y a las falacias de los que "venden" el viaje en cayuco para encontrar un buen futuro.

"Agradecemos la buena acogida que todos hemos tenido al llegar a Canarias y también sabemos que el futuro es complicado y que nos toca luchar mucho para salir adelante", decía el solista.

Javier Jiménez, mánager del grupo, miraba orgulloso a estos chicos "que llegaron en cayuco con 16 años e ingresaron en La Esperanza, donde permanecieron hasta conseguir un trabajo que les ha permitido regularizar su situación".

El mánager dijo que dos de ellos cantaban en Senegal, "pero no tenían ningún grupo estable". En su opinión, "su vida cambio cuando entraron en contacto con el colegio Echeyde, que es pionero en realizar tareas de integración de inmigrantes a través de la música.

Alabó el trabajo del profesor Ventor de la Guardia, el percusionista del grupo, "que dedicó su tiempo a los chicos de este centro, mediante actividades de integración a través de la música".

Según Jiménez, "ellos improvisan, pero necesitan un disjokey que ponga las bases y conocieron a David aka D.WattsRiot, hijo de inmigrantes de Barbados y conocido DJ londinense afincado también en Tenerife.

Manifestó su asombro ante los mensajes que transmiten sus canciones, "con una intención clara".

Los miembros de Famille Bou Bess "cantan al peligro de la inmigración y tratan de abrir los ojos a sus compatriotas, que aún permanecen allí, sobre la realidad de las salidas clandestinas, para desmontar lo que les venden allí".

Jiménez dijo que los chicos "son inquietos y tienen una conciencia crítica", que no se queda en la ruptura de los sueños de las familias de los que emigran en cayuco, sino que también denuncian las guerras y alaban la belleza del auténtico amor.

En su opinión, "han intentado revolucionar musicalmente y seguir manteniendo concienzudamente un mensaje: los riesgos de la inmigración clandestina".