Ha sido muy sabia la decisión del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz de encargar el Plan Especial del Casco Urbano a la arquitecta María Luisa Cerrillos, que ya ha realizado una extraordinaria tarea al respecto en el centro de La Laguna.

Todos los grupos políticos, los empresarios y la sociedad portuense han valorado esta decisión. No importa quien la haya tomado -en realidad, da igual-, sino los resultados finales.

El Puerto de la Cruz, que posee un casco salvable, a tenor de lo expuesto por la propia Cerrillos, necesita cuanto antes actuaciones en su escaso término municipal, pero muy fundamentalmente en su casco urbano. Porque desde comienzos del desarrollismo desaforado de la ciudad (1958) nadie había realizado un esfuerzo contundente para escapar el centro del caos absoluto.

El Puerto alberga edificios emblemáticos que necesitan ser salvados. Uno de ellos, el torreón de Ventoso, con la anexa casa que fue colegio agustino, se lleva la palma. Y la mansión en la que nacieron los Iriarte; y en la que vio la luz el cronista Álvarez Rixo; y otros edificios más modernos pero con indudable valor arquitectónico. Necesita sustituir un mobiliario urbano no acorde con la categoría de la ciudad, unificar los carteles de los negocios, revitalizar sus jardines, salvar La Ranilla, un barrio que siempre vivió de espaldas al mar, y preparar las infraestructuras para cuando se construya el muelle pesquero y deportivo y comercial previsto en el litoral portuense.

De todo eso se va a encargar la urbanista Cerrillos. Ha sido una sabia decisión de la Corporación portuense la contratación de la persona que ha actuado con mucho acierto en ciudades como La Laguna y Cartagena de Indias. Una experta con gran gusto para reordenar ciudades en peligro. Si los resultados son los mismos que los obtenidos en las urbes ya citadas nos daremos por satisfechos.

La destrucción del Puerto de la Cruz se inicia con el desarrollismo tan propio de los sesenta, con una normativa tan laxa que asustaba. Cayeron edificios emblemáticos como la Casa Yeoward, la Casa Read y también se conservaron más o menos adecuadamente otros, como el Colegio de la Pureza y el hotel Taoro, por ejemplo. El Puerto necesita urgentemente reordenar su escaso territorio, darle forma y crear una ciudad agradable para el residente y sorprendente para el visitante. Y sólo una persona con las condiciones profesionales de María Luisa Cerrillos, con autoridad y energía, lo puede conseguir.

Es preciso prestarle la ayuda necesaria y dotarla de la autoridad suficiente para que haga bien su trabajo.