AJUZGAR por los chillidos histéricos de la diputada canariona (CC) María del Mar Julios, este pacto, el suscrito por Coalición Canaria y el PP, más parece un pacto de modistillas.

Resulta que José Manuel Soria, con excelente criterio, ha dicho que hay que restringir gastos en la Comunidad Autónoma, que es preciso suprimir consejerías y altos cargos y que menos coches oficiales y más utilizar el transporte público, que es muy sano. Se le ha tirado al pecho la Julios con tal furia que a nosotros mismos, acostumbrados a reacciones virulentas de los políticos, nos ha asustado. Se hace preciso reseñar que la Julios fue un desastre como consejera y como vicepresidenta en la legislatura anterior. Y que parece que los aires de grandeza se le han quedado pegados.

Pues sí, menos coches y más ir a pata, que es bueno para el colesterol y para bajar la concentración de glucosa en sangre. Ella, que es médico, lo debería entender.

Pero el pacto no corre peligro porque la opinión de la Julios no es la opinión de Paulino Rivero, que se siente a gusto gobernando con el PP y que no tiene intención alguna de crear una crisis. O al menos esto es lo que comenta Rivero a sus íntimos.

El pacto debe llegar, por la salud de Canarias, hasta la campaña electoral, al menos. Luego, que cada uno se diga lo que se tenga que decir, aunque lo ideal sería que no se dijeran nada. Pero, desde luego, la intención de Soria de reducir consejerías, si gobierna el PP, nos parece muy acertada. Menos altos cargos, menos sueldos inútiles y más eficacia de la Administración autonómica, insular y local. Menos coches oficiales, menos funcionarios, menos gasto público, más atención al ciudadano, menos burocracia, menos papeleo y menos fastidio para el administrado. Si se logra todo esto, la gente sabrá premiar al responsable. ¿Por qué Julios no se apunta al carro? ¿Por qué Julios quiere más gasto público, más coches, más gasolina y las mismas consejerías, si como es público y notorio sobran la mitad?

Con estos dimes y diretes parece, pues, que el pacto es un pacto de modistillas y no debería ser así. Es preciso poner sensatez en la Administración autonómica, es preciso reducir el número de normas que vuelven locos a los ciudadanos y hasta es preciso reducir el número de parlamentarios, que para lo que hacen, sobra la mitad. Así no tendrían tiempo sus señorías de emitir comunicados estúpidos contra la libertad de opinión y de pensamiento, como ustedes saben que ya ha ocurrido alguna vez.