La posibilidad de detectar una firma falsa si la imitación es buena es limitada pese a los últimos avances técnicos en autentificación, algo que pretende subsanar el sistema informático para verificar firmas manuscritas desarrollado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Así lo aseguró en una entrevista el investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Miguel Ángel Ferrer, quien indicó que un factor importante para que el falsificador "triunfe" es que éste vea cómo la persona escribe su firma, pues eso le proporciona datos que después utiliza para su imitación.

El Centro Tecnológico para la Innovación en las Comunicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha desarrollado un proyecto de verificación de firmas automática basado en una técnica nueva que maneja varios parámetros de la rúbrica.

El proyecto mide las firmas con parámetros como los anchos, los largos, los trazos en los sectores, la curvatura o la velocidad y se traslada a un clasificador que establece la probabilidad de que sea o no genuina, indicó Ferrer.

Las firmas pueden ser estáticas, las ya plasmadas sobre un documento, o dinámicas, como las que se realizan sobre un pantalla electrónica cuando se paga en un comercio.

En el caso de la firma estática, tanto los falsificadores como los sistemas de verificación de firmas sólo disponen de la imagen final, mientras que en el caso de las firmas dinámicas se cuenta con información como la presión ejercida en cada momento del trazo, la velocidad del trazo, la secuencia de direcciones tomadas o su dirección.

La posibilidad de falsificar una firma con éxito es del 1 por ciento cuando no se ha visto cómo la escribe una persona, mientras que cuando sí se ha observado la manera de hacer la rúbrica, esa posibilidad aumenta al 5 por ciento en el caso de una firma dinámica y al 15 por ciento en una firma estática.

Esto es así porque una firma estática se puede calcar y no siempre se detectan las imitaciones a pesar de los sistemas automáticos de verificación de firmas, mientras que en las dinámicas, además de los trazos, deben coincidir los otros factores como la presión o la rapidez en su ejecución, además de que el imitador no dispone de una imagen fija para copiarla.

El investigados ha destacado además que estos campos de estudio se encuentran actualmente en auge debido a su importancia en la documentación o en transacciones comerciales.

Los sistemas que analizan la huella dactilar o el iris ocular ofrecen mayor seguridad y dejan menos margen al imitador, mientras que la firma tiene una gran variabilidad, que es lo que permita al falsificador entrar en ella.

Si la firma es complicada es más difícil de imitar que si es sencilla; y si el firmante la varía mucho, también se falsifica mejor, "pues el falsificador entra en esa variabilidad", indicó Ferrer.

Otra variación del sistema de autentificación de firmas es el trabajo que hacen los calígrafos para intentar descubrir a una persona que modifica su rúbrica y asegura no haber firmado un documento.

Aunque alguien cambie sus trazos, al firmar siempre mantiene marcas, como las curvaturas, que son fijas, ya que los músculos de la mano están adaptados, y no se puede variar tanto la manera de escribir.

"Es muy difícil cambiar la forma de los trazos, la manera de acabar o cómo se levanta el instrumento de escritura al final y la marca que deja", explicó Ferrer.

Todos estos elementos ayudan a descubrir si las firmas son falsas o verdaderas y son los que utilizan los sistemas de verificación automática de firmas manuscritas.