La primigenia idea de la Caja de Navarra, adoptada más tarde por CajaCanarias y la Caja de Burgos, se ha plasmado en una realidad. Banca Cívica ya tiene logotipo: un árbol. No sabemos si esta unión significará, de facto, la muerte de las tres cajas. Ellos, sus dirigentes, dicen que no. Pero ahora toca conciliar afanes distintos y proyectos distintos en uno solo, abierto a otros socios ya no constituyentes sino añadidos. Banca Cívica, un nombre cercano al pueblo, un nombre adecuado, un nombre que reúne todas las recomendaciones del Banco de España: únanse ustedes porque de lo contrario los uno yo.

Los dirigentes de las tres cajas fundadoras fueron listos y actuaron a tiempo. Se ve que disponían de buena información. Han configurado una corporación sólida, que comenzará de inmediato su andadura en la Península. No sabemos todavía si se impondrá este nombre sobre el de las cajas integradas. Esto lo dirá el tiempo. De momento, los dirigentes de CajaCanarias indican que nuestra caja no perderá ni su personalidad ni su cercanía a nuestra gente. Esto es bueno. Pero nadie sabe si en el futuro todo se va a supeditar a una marca, no a tres, ni a cinco. Hasta estos extremos llega la globalización.

Un equipo de la Caja trabaja ya en Madrid, en la sede central de Banca Cívica, en cargos de responsabilidad. Por pasivo, Caja Navarra es la mayor de las entidades unidas, seguida de CajaCanarias y a continuación la Caja de Burgos. La elección de las tres entidades ha sido muy inteligente: cajas parecidas, saneadas, con gran arraigo territorial, con índices de morosidad por debajo de la media, bien gestionadas, con unos balances interesantes, con credibilidad ante el banco emisor. Por eso éste dio por buena la unión y las gestiones iniciales que condujeron al éxito final.

Han dicho los representantes de Banca Cívica que van a toda máquina y que comenzarán a operar antes de lo esperado. Es bueno. De momento, hay imagen: un árbol con tres ramas de distinto tamaño, no sabemos si referidas a las cajas fundadoras o si todo representa una metáfora. En estos tiempos de economía incierta también pueden triunfar las metáforas.

En fin, una aventura apasionante. Y unos proyectos nacidos, en parte, en las Islas, unos peñascos que a veces nos sorprenden con las iniciativas de nuestros líderes económicos. Aquí hay un buen motivo para apoyar su esfuerzo y su dedicación. Entre otras cosas porque nuestra Caja es ahora más grande y con nuevos horizontes. ¿Les parece poco acaso?