ESPAÑA es un país de oportunistas. Los usuarios, es decir, el común de la población, importan bien poco a los colectivos profesionales, que no escatiman esfuerzos para fastidiarlos cada vez que pueden.

Los pilotos lo mismo montan una huelga en Navidad que los controladores en verano. Y nos referimos a esos dos colectivos, uno de los cuales está ahora tranquilo y el otro en ebullición, como podíamos aludir a otros: maestros, médicos, trabajadores del metro, de las guaguas o conductores de ambulancias. Da igual.

Dicen los controladores aéreos que están estresados, que su trabajo no es valorado, que no ganan tanto como dice el ministro Blanco, que la culpa es de Aena, que ellos no están en huelga, ni fingen bajas, que todo es un invento. Y dice el ministro que va a solucionar esas bajas con controladores militares. Y dicen los civiles que los militares no están preparados. Y sostienen los militares, cabreados, que ejercerán acciones contra quienes aseguren que ellos son unos chapuzas. Comprenderán que ante la avalancha de dimes y diretes, el usuario, destinatario y sufridor de todos los males de este desaguisado, no sabe dónde está la razón, ni cuando va a llegar a casa o al lugar elegido para pasar sus vacaciones. Un caos.

Ronald Reagan, que en gloria esté, despidió a miles de controladores que le montaron una huelga y los sustituyó por militares. Y no pasó nada. Pero lo mismo hicieron los franceses, a finales de los años setenta, y se produjo un caos y un accidente, con casi cien muertos, cuando chocaron en el aire un Convair Coronado de la desaparecida Spantax y un DC-9 de Iberia, en el cielo de Nantes.

Ahora, Pepiño Blanco, ese genio, quiere meter a los militares en las torres civiles y achuchar a los médicos del seguro para que no sean ligeros a la hora de diagnosticar las gripes y los estrés de los civiles enfermos. Vaya lío que se ha montado. Lo único que desea el usuario es salir y llegar. Y en muchas ocasiones no están saliendo y, como consecuencia, tampoco están llegando a sus destinos.

¿Qué va a ocurrir en agosto, mes récord de vuelos y de vacaciones? Pues no lo sabemos. Pero el señor Blanco tiene una papa caliente en sus manos que le está quemando. Los controladores sostienen que no están en huelga, que sus condiciones son precarias y sus enfermedades reales. El ministro opina lo contrario. Y nosotros nos hacemos una pregunta lógica: ¿por qué no se convocan más plazas de controladores aéreos civiles si se producen tantas vacantes? La respuesta, y lo sentimos, no la tenemos. A lo mejor el ministro.