CUENTAN las crónicas que desde el minuto siguiente a la concesión del premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, el alcalde de su localidad natal, Arequipa, en Perú, se paseaba por el pueblo con la partida de nacimiento del premiado, plastificada, pegada con cinta adhesiva a su chaqueta. Así permaneció horas y horas el mandatario municipal.

Se trata de un premio que llena de alegría al mundo de habla hispana. Una vez más, el idioma castellano, el idioma de todos, recibe un galardón tan importante. Algunos culichichis han acaparado a Vargas Llosa en estos días y han aprovechado una presunta amistad para jalearlo en los periódicos. Al autor de "La tía Julia y el escribidor" no le hacen falta esos homenajes particulares. En un estupendo artículo publicado en "El País" el pasado domingo, Vargas Llosa cuenta cómo transcurrió el día en que una lejana llamada de Suecia le comunicaba la decisión de la Academia, un par de horas antes de que fuera hecha pública. Se encontraba en Nueva York.

Es curioso que dos escritores canarios que se odian, de palabra y por escrito, Juan Cruz y Juan Jesús Armas Marcelo, se hayan disputado la exégesis de las obras de Vargas. Las vueltas que da la vida. Los dos han peloteado al autor peruano hasta la exageración y ambos se encuentran disputándose ahora sesiones elogiosas hacia él, cada uno por su lado. Qué bonito.

El alcalde de Arequipa duerme con la foto de Vargas Llosa bajo la almohada. Su pueblo se ha convertido en santuario por mor de una decisión tan justa como esperada: Vargas Llosa se merecía el Nobel desde hacía muchos años, pero nunca es tarde cuando la dicha llega. Y ha llegado.

Lo más patético es la labor de los satélites que le rodean, tal cual una danza de enanos. Rivalizan en la amistad del premiado, corren a ver quién llega más cerca; lo abruman, posiblemente.

Sin embargo, lo realmente importante es el premio, que el novelista recogerá en noviembre en Estocolmo. Para la familia del escritor peruano será también un alivio, porque ese premio que no llegaba hacía mella en el ánimo del patriarca. Coincide todo ello con la salida al mercado de una nueva obra del autor -dentro de unos días- y con sus clases en Princeton, USA, una de las universidades más prestigiosas del mundo. Esta universidad ha tenido mucha suerte: añadirá otro Nobel a su larga lista de profesores que han obtenido, en todos los campos, el galardón más prestigioso del mundo.

El alcalde de Arequipa, Simón Balbuena, está durmiendo a pierna suelta su siesta de cada día. Se encuentra rodeado de Pantaleón, de Julia, de las visitadoras y de todos los invitados a la fiesta del Chivo, que conversan en torno a la catedral. Vaya gozada.