No nos explicamos cómo Julio Pérez ha decidido inmolarse por su partido. Ni cómo se presenta al Ayuntamiento de Santa Cruz cuando todas las encuestas dicen que bajará entre dos y tres concejales (el PSOE cuenta con siete ahora).

Julio es un hombre serio, con amplia trayectoria democrática; un señor, en toda la extensión de la palabra, como un señor lo fue su padre. No nos explicamos por qué aceptó el ofrecimiento de un PSOE depauperado de continente y de contenido, a no ser que haga doblete en el Parlamento de Canarias. O que piense gobernar con cualquiera de las dos opciones políticas que va a ganar la carrera electoral municipal de Santa Cruz, si ninguna -como parece- obtiene mayoría absoluta. En este momento, José Manuel Bermúdez y Cristina Tavío se mueven en la cifra de 10-11 concejales cada uno, lo que puede dejar a los socialistas con 5. O con menos, dependiendo de la campaña que hagan los otros dos aspirantes.

Es pronto para hablar de alianzas, pero a la vista de la lista de Julio, que ayer publicó este periódico, figuras ya no hay. Sí cuenta con gente joven y con ganas de hacer política, lo que es de agradecer, porque uno está harto de ver siempre las mismas caras y es bueno cambiar.

Pero el electorado no está por la labor de premiar a los socialistas de Santa Cruz, que lo que han hecho es torpedear a la ciudad, crearle problemas, frenar sus iniciativas principales y oponerse a todo, sin sentido, ni medida, ni mesura, ni prudencia. Y denunciar por denunciar a sus oponentes políticos y poner vallas a quienes sí tenían ganas de trabajar por la capital.

Incluso se pusieron vallas a sí mismos rompiendo el grupo, dejando fuera de las decisiones a los más capaces y siguiendo la teoría del no a todo y cayendo en el más espantoso de los ridículos. Y ahora tienen la cara de pedir el voto a los ciudadanos, incluso algunos de los que originaron su propia tragedia política.

Pobre Julio Pérez, pues, con lo que tendrá que lidiar, porque ha dejado dentro de su lista a algunos reconocidos quintacolumnistas, discípulos de ese gran gurú de las libertades que es el políticamente fracasado Santiago Pérez. Condenado ahora a pasear por La laguna, serenateando a su luna.

Mal lo tiene el PSOE en Santa Cruz, aunque quién sabe. Ahí tienen a Zapatero, resistiendo numantinamente, a la espera quizá de un vuelco en las voluntades de los ciudadanos. Más aceite da un ladrillo.