LA FISCAL Inmaculada Violán acaba de pedir hasta tres años de cárcel para ediles y técnicos de Santa Cruz. Los acusa de delitos contra la ordenación del territorio, prevaricación urbanística y no sé cuántas cosas más. Vamos, que los quiere en el talego. Los acusados son personas decentes, gente comprometida con la ciudad que no ha movido un dedo ni para hacerse rica, ni para beneficiar a terceros, ni para embolsarse nada. Su pecado ha sido no ver irregularidades en la construcción de un edificio diseñado por uno de los arquitectos más famosos del mundo, Dominique Perrault. Un edificio que algunos insensatos se han atrevido a llamarlo "Mamotreto" cuando es -o iba a ser- una obra arquitectónica de primera. Y que no va -o iba- a sobresalir demasiado de la rasante de la vía. Pero dicen que no tenía licencia. ¿Y cuántas obras se ejecutan sin licencia? ¿Se pide siempre el mismo castigo para los infractores o estamos ante eso que se llama castigo ejemplar? ¿Estamos quizá ante otra fiscal justiciera o habrá que admitir que la señora Violán solo se limita a cumplir con su deber?

La inmaculada fiscal está en su derecho de pedir la cárcel que tenga a bien para ciudadanos que han obrado, en mi opinión, de buena fe. Ahora serán los jueces -¡ay, los jueces!- los que digan amén a la celosa defensora pública portuense -¿o es realejera?-, o quizá decida el tribunal que contra el vicio de pedir cárcel está la virtud de no concederla.

Nos parece demasiado fuerte esa petición. El Código Penal ha cambiado y los delitos urbanísticos se persiguen con más saña. Pero bueno está lo bueno. Hasta tres años de cárcel se piden para concejales y técnicos cuando por medio no hay, que yo sepa, ni mala fe, ni lucro, ni dolo, ni nada. Dicen los abogados defensores que esta decisión de la fiscal es un disparate y que ellos van a desmontar sus teorías. Entre los defensores está un jurista que nos merece muchísimo respeto: Eligio Hernández, que es todo un referente para muchos jueces y fiscales que en este mundo son.

Ay la justicia. Desde los griegos, desde los romanos, la justicia es un poder controvertido. Ya en las Escrituras, el rey Salomón la impartía, en la disputa por un hijo menor, mandando a cortar al niño por la mitad y entregando cada una de sus dos partes a los padres litigantes. Era un Kramer versus Kramer de la más lejana antigüedad. La madre fue más lista, consintió que entregasen al menor al padre, por amor al hijo, y el rey sabio se lo concedió a ella. Yo no sé si Inmaculada Violán será tan sabia como el rey Salomón. Puede que no. Pero ese celo tan extraño en cargar la mano sobre la petición de penas, al menos a mí me mosquea. Tengo todo el derecho a mosquearme. El mismo que ustedes.