HAN LLEGADO tarde las filtraciones de conversaciones delicadas entre miembros de Nueva Canarias, lanzadas al aire por quienes tienen acceso a ellas, claro. Han llegado tarde porque se echó encima la jornada electoral y los efectos serán más bien pocos. Hay quien no vive pensando que puede perder el poder, y todo el mundo mira a los mismos de siempre a la hora de determinar el origen de este nuevo escándalo. No del escándalo en sí, de la llamada Operación Palmera, sino de haber puesto en la calle conversaciones que teóricamente están amparadas (¿) por el secreto.

Es preciso tener en cuenta que también se han filtrado las declaraciones de imputados en el caso Las Teresitas y, que sepamos, ningún juzgado ha señalado a un solo presunto culpable de poner en la calle lo que era secreto del sumario o, al menos, si ese secreto se había levantado parcialmente, patrimonio de las defensas y de la fiscalía. ¿Quién envió a algunos medios estos documentos judiciales?

Da igual. Hace tiempo que hemos perdido la confianza en una justicia lenta, plagada de defectos. No esperamos demasiado de ella, aunque seguiremos denunciando lo que está ocurriendo en España, y en Canarias, donde la calidad de la justicia impartida, y de la justicia tramitada, deja tanto que desear. Si los que se manifiestan en la Puerta del Sol piden reformas, que empiecen por los órganos jurisdiccionales de un país en el que vale ya todo. Se han volatilizado no solo el buen tono democrático, sino la confianza en las instituciones, que es lo último que el ciudadano puede perder.

Así las cosas llegamos a la jornada electoral, hoy a la de reflexión, sin saber realmente si nos dejarán reflexionar o si una turba disconforme seguirá aprovechando su impunidad para encender más fuegos. Es triste, pero es divertido levantarse uno todos los días sin saber realmente lo que va a pasar, porque el entorno se ha convertido en una caja de sorpresas. Claro que no es solo aquí, porque, allá fuera, un señor apellidado Strauss-Khan, que tiene rango de jefe de Estado y que manejaba el dinero oficial del mundo entero a través del FMI, intenta violar a una camarera -con trampa o sin ella- y le dice a una azafata, minutos antes de ser detenido, "qué bonito culo tienes". Pero, ¿a dónde va a llegar este mundo loco?

Ustedes dirán que hacemos un totum revolutum. Puede ser. Y es que a lo mejor se nos ha contagiado el ambiente de caos que provocan las redes sociales, los antisistema, las maniobras de nuestros particulares Fouchés y, desde luego, ciertas personas de poca o ninguna conciencia.