Tras días de especulaciones y rumores, el propio gerente del Hospital Universitario de Canarias (HUC), Ignacio López Puech, confirmaba ayer que, por primera vez en su historia, se clausurarán camas durante los meses de verano.

En concreto, López Puech admitió que "se cerrarán entre seis y ocho camas de la segunda planta del centro hospitalario a partir del 1 de julio, y el 1 de agosto la totalidad de la planta".

"Las camas pertenecen a Endocrino, Oftalmología y Reumatología, puesto que la segunda planta es un espacio donde hay varios servicios. En concreto, son 19 camas, ya que es una de las plantas con menos camas de todo el hospital, pero cuenta con una dotación de personal casi equivalente al resto, por lo que la repercusión va a ser mucho menor que si cerráramos cualquier otro espacio", aclaró ayer el gerente del centro hospitalario.

Preguntado por lo que pasará con el personal de dicha planta, indicó que "el que se vaya de vacaciones no será sustituido y los que se queden, serán redistribuidos".

En cuanto a la duración de la medida, el directivo hospitalario subrayó que "a finales de agosto se evaluará cómo ha sido el funcionamiento y, si no hay problema, se prorrogará durante septiembre".

López Puech asegura no entender la alarma social creada respecto al posible cierre de camas, puesto que "en casi todos los hospitales de España es algo habitual todos los veranos", aclarando que "si en el HUC no se hacía es porque la estancia media era anormalmente alta, pero se ha conseguido bajarla de 11 a 8,2 días en la actualidad y esto nos permite jugar más con las camas y ser más flexibles".

"De lo que se trata es de no tener camas ociosas, a través de una medida de eficiencia", dijo.

Los principales sindicatos coinciden en que el cierre de camas "es una medida creada para estirar un presupuesto más que mermado y y lograr que llegue a final de año".

Además, para Intersindical Canaria la medida "es injustificada mientras no bajen también las derivaciones a la sanidad privada que se pagan con dinero público"; para el sindicato médico Cesm es "consecuencia directa de las restricciones económicas", mientras que para el sindicato de enfermería Satse "es un reflejo más de las improvisaciones que no paran de hacerse por la falta de fondos".