La crisis sísmica -que durante los últimos días ha atraído hasta El Hierro a un buen número de investigadores deseosos de estudiar el fenómeno, a periodistas provenientes de todos los puntos del Archipiélago, y también del resto del país, ávidos de cubrir la noticia, e incluso a curiosos de todo tipo- también ha dejado dos puntos bien diferenciados en la Isla, y no sólo desde el punto de vista geográfico, sino también en cuanto a percepción de la realidad.

Por un lado se encuentra Valverde, la capital administrativa de El Hierro, donde sus vecinos confiesan "no haber sentido" nada y aseguran haberse enterado de la situación por los medios de comunicación y, por otro, La Frontera, el municipio donde se ha registrado el grueso de los terremotos que -especialmente durante los dos últimos días- están azotando la zona suroeste de la Isla del Meridiano, exactamente el Mar de las Calmas.

Despliegue militar

Mientras parte de sus habitantes están sopesando la posibilidad de realojarse en casas de familiares -puesto que los movimientos de tierra que se han producido en las últimas horas han crecido en intensidad y los afectados sienten próxima una posible erupción volcánica que les preocupa-, los residentes en la capital insular hacen su vida normalmente, como relataba ayer Sandra, una joven residente en Valverde, que únicamente ha sentido algo de angustia cuando ha visto el despliegue de unidades militares y vehículos de los servicios de emergencia circulando por las calles del municipio.

No obstante, Sandra afirma sentirse tranquila, llevando a los niños al colegio o tomando el cortado con las amigas por la tarde. Eso sí, admite que está pendiente de los familiares que viven en otros pueblos de la Isla y de sus mayores, sobre todo de aquellos que viven solos y a los que ya han advertido para que, de suceder algo, "acudan a la plaza del pueblo, donde puedan encontrarlos fácilmente".

Los residentes en la isla de El Hierro con los que EL DÍA ha podido hablar durante las últimas horas entienden y aplauden el dispositivo conjunto puesto en marcha por el Gobierno de Canarias y el Cabildo, la visita el pasado miércoles de la ministra de Defensa, Carme Chacón, y del presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, e incluso las charlas informativas que los expertos están ofreciendo en algunos centros sociales de la Isla para que los ciudadanos sepan cómo actuar en caso de emergencia.

Sin embargo, también sospechan que la visión que se está dando en el exterior de esta tierra y de la situación que vive "es un tanto desproporcionada". Lo saben, según explican, porque reciben a diario llamadas de familiares y amigos que residen en la Península, interesándose por los planes de evacuación.

Donde también se han sentido los numerosos y cada vez más intensos movimientos de tierra es en Isora, muy cerca de La Frontera, municipio donde se ha registrado la gran mayoría de los seísmos. Esta población está plagada de casas rurales, apartamentos y algunas cafeterías o bares cuyos responsables se quejaban ayer de las cancelaciones que realizaban grupos o parejas de turistas que, intranquilos por la información que estaban recibiendo, decidían finalizar antes de lo previsto sus vacaciones y adelantar el regreso a sus países de origen.

Es la cara y la cruz de un fenómeno que en la mañana de ayer registraba los sismos de mayor magnitud a las 09:12 y 14:42 horas GMT respectivamente, y que alcanzaba los 3,8 y 3,6 grados en la escala de Richter. Los movimientos, como la mayoría de los múltiples terremotos que se registran en El Hierro y que podrían ser el preludio de actividad volcánica, se situaron nuevamente al suroeste de La Frontera.