Ahora que va a haber un cambio en la administración de justicia, sería bueno que empezaran a desterrarse los términos de "conservadores" y de "progresistas", aplicados a los jueces. Los jueces son jueces; y nada más. Y los fiscales, si fueran de verdad defensores de la legalidad, no debieron nunca permitir algunos informes policiales tergiversados y radicalmente falsos, como los del caso Las Teresitas, en los que se crucifican a personas inocentes. Y debieron investigar las filtraciones de un sumario bufamente calificado como "secreto".

Y si los jueces fueran jueces de verdad no aplicarían distinto rasero cuando juzgan a un tipo llamado Carlos Sosa -que se dice periodista- y al director de este periódico. Hay que aplicar criterios iguales siempre. No se puede castigar con seis mil euros una presunta intromisión en el derecho al honor y con más de sesenta otra parecida (y también supuesta). La justicia está por los suelos, y más en Canarias, donde algunos magistrados (alguna de las cuales acude como testigo a una causa contra este periódico, y la dejan declarar) acusan de racista a su director, y critican su línea editorial, y todo el mundo, incluido el Consejo General del Poder Judicial, se queda tan pancho. ¿A qué cotas de desprestigio ha descendido la justicia española?

El nuevo ministro, Ruiz-Gallardón, fiscal de carrera, tiene una tarea pendiente, inmensa. Primero, cuidado con la elección del fiscal general, que tiene que ser una figura del derecho, independiente y cabal. Luego, las fiscalías anticorrupción, que no deben ser ser el instrumento político de nadie. Más tarde, unificar doctrina. A uno no lo pueden condenar en Cuenca y absolver en Sevilla por el mismo delito. Esto es un desastre. Y, finalmente, y lo más importante, los juicios paralelos, las filtraciones de los sumarios y la poca discreción judicial, unido todo ello a los jueces estrella, son de risa. De auténtica risa.

Menos mal que no fue aprobada la Ley de Enjuiciamiento Criminal socialista, que hubiera permitido instruir los procedimientos penales a los fiscales. Lo que nos faltaba. El conejo me riscó la perra. Entonces sí es verdad que la revolución judicial se hubiera consumado. Mucha prudencia con estas cosas, porque estamos siendo el hazmerreír de los sistemas judiciales occidentales. Y, además, la cosa va a peor.

Gran tarea le espera al Gobierno del PP en el marco de la justicia.