Cuando, el año pasado, el psicólogo Howard Gardner recibió el Premio Príncipe de Asturias de las ciencias sociales, los responsables del colegio Nazaret, situado en Los Realejos, se sintieron respaldados en la labor que llevan realizando desde hace prácticamente una década. "Nosotros hemos recibido también nuestro premio", explica Monica Ferré, directora de este centro concertado perteneciente a la congregación de las nazarenas, donde el aprendizaje se basa en el ejercicio de las "inteligencias múltiples", una teoría acuñada por Gardner que estipula que no hay una única inteligencia, sino varias -ocho, en concreto-, y que cada una de ellas permite el desarrollo de diferentes capacidades.

"¿Un niño que no es bueno en matemáticas o lengua tiene que quedarse forzosamente aparcado?", se pregunta Ferré. En el colegio Nazaret, los mismos contenidos se abordan desde esas ocho inteligencias -lingüística, lógico-matemática, visual-espacial, musical, corporal, intrapersonal, interpersonal y naturalista-, de forma que "todos pueden aprender y nadie queda excluido".

Niños de cinco años que aprenden a leer mediante mímica, alumnos de primer curso de Primaria que prescinden de los libros en algunas asignaturas, el ajedrez como herramienta pedagógica desde los tres a los once años, estudiantes de Secundaria que se convierten en alcaldes y concejales de su pueblo... El método que se emplea en este centro permite contemplar imágenes difíciles de presenciar en otros, y todas ellas son producto de una idea fundamental: "que los niños disfruten aprendiendo y que aprendan cooperando".

"Vimos que el mundo cambiaba a gran velocidad, pero la educación seguía aún en la Revolución Industrial". Así explica la directora del colegio los motivos que condujeron a esta congregación religiosa a adoptar el método de las inteligencias múltiples, un resultado al que se llegó después de visitar varias universidades del mundo -"se viajó mucho", dice Ferré- y de examinar "las mejores teorías" con la idea de crear su propio método a partir de ello.

En esta estrategia, los conceptos tradicionales de la enseñanza se transforman, hasta tal punto que, según la directora, los alumnos que salen del colegio Nazaret están especialmente bien preparados para la Universidad porque han asimilado los métodos de la reforma de Bolonia antes de que estuviesen implantados. La nota del examen es, así, solo una más, mientras que el profesor ejerce más como monitor o entrenador que como un docente tradicional. "Su labor no es la de rellenar un recipiente vacío, sino facilitar un entorno favorable para que el alumno aprenda de forma autónoma".

Un recorrido por el centro desde las clases de Infantil a las de cuarto de Secundaria -de la mano de su directora y del docente David Hernández- es la forma idónea de hacerse una idea del método que se emplea en él.

En las aulas de Infantil, dispuestas alrededor del patio del colegio, prima la estimulación temprana. En definición de Ferré, son "las inteligencias múltiples en acción". Los niños se arrastran por el suelo, gatean y acceden al aprendizaje de la lectoescritura mediante la inteligencia corporal. Las matemáticas se enseñan a través del método EntusiasMAT, que las hace prácticas y lúdicas.

El ajedrez entra en acción en este ciclo y acompaña a los alumnos hasta los once, fomentando las capacidades espaciales y matemáticas. En las primeras edades, los propios niños hacen de figuras del juego.

En primer curso de Primaria desaparecen los libros en algunas materias -Conocimiento del Medio y Lengua- y todo el currículo se transforma para propiciar el aprendizaje autónomo. "Parece un caos, pero está organizado", advierte la directora. La tarea cooperativa y la búsqueda por parte del niño de sus habilidades y fortalezas son la fórmula que guía el trabajo de los alumnos.

A medida que se avanza en estos niveles, los métodos parecen más revolucionarios aún. En quinto y sexto los libros de texto desaparecen casi por completo. Solo se encuentran en estanterías en el aula para la consulta por parte de los estudiantes, que desarrollan proyectos interdisciplinares, con la realidad del municipio en que se localiza el centro como objeto de estudio.

Divididos en "ayuntamientos y concejalías" -y uniendo los grupos, de forma que desaparecen los tabiques entre clases-, detectan los problemas del pueblo y aportan propuestas de solución.

En la Secundaria dominan las metodologías interactivas. Según los responsables del colegio, la obligación legal de evaluar por competencias les ha cogido con los deberes hechos, gracias a su labor previa con las inteligencias múltiples. Llaman la atención en esta etapa el protagonismo de las herramientas tecnológicas, la resolución de conflictos en manos de los propios alumnos, una introducción al mundo de la empresa y el trabajo conjunto de varias asignaturas, porque "la vida es interdisciplinar, no compartimentada".