Ha muerto Esther Sarrautte, una luchadora nacionalista. No siempre bien comprendida por quienes nunca comprenden nada. Una mujer entusiasta, vencida finalmente por la enfermedad, luchadora desde el PNC.

Bermúdez la había rechazado como miembro de su equipo, nunca supimos por qué. Cuando fue concejal de Santa Cruz desempeñó su trabajo con competencia y dedicación. Para sus compañeros será muy difícil olvidarla, sobre todo para quien siempre la apoyó, Juan-Manuel García Ramos, presidente del PNC.

Sarrautte fue una mujer leal, a la que Miguel Zerolo le dio competencias y ánimos cuando el mal que arrastraba, y que finalmente se la llevó, hacía mella en ella. Era una persona sumamente valiente.

Nadie es eterno. En el nacionalismo canario se han ido muchos y buenos. Recordamos ahora a José Diego Guigou, un crack, tan querido por todos sus compañeros. Una persona que, como Esther, creía en lo que hacía.

Este partido, el partido de las siglas de oro, tiene que eclosionar políticamente, más temprano que tarde. Se lo merecen sus afiliados, que deben olvidarse de cualquier afán que no sea el de la unidad. Las fracturas no conducen a nada. Los intereses personales y los egoísmos, menos. Tienen al mejor líder posible: un intelectual, bien dotado para la política, abierto al mundo y sensato. Juan-Manuel García Ramos tiene que hacer del PNC un gran partido. Pero hay que apoyarlo. Nadie puede conseguirlo en solitario.

Si Coalición Canaria hubiera cumplido con sus aliados, sus aliados tendrían los ánimos más tensos y los brazos más fuertes. Pero CC nunca cumple lo que promete y menos con el líder que ahora tiene, el hombre de El Sauzal. Por esto existe descontento en el PNC, lo mismo que en el CCN. Estos partidos tendrían que coexistir con los mismos derechos y deberes que CC. Capitidisminuirlos es un mal negocio, a la larga, para los nacionalistas que se creen los dueños del cotarro, de las vidas y de las haciendas. Y no, no lo son.

Recordamos a Esther y a su lucha por el bienestar de los ciudadanos. Se esforzaba por estar en todas partes. Quería a esta tierra. Amaba la política. Y era humilde. Como humildes son los canarios cabales que no quieren tanto para ellos y sí mucho para los demás. Ha desaparecido una buena mujer que merecía seguir luchando, pero que finalmente tiró la toalla; porque la llamada de la muerte era demasiado fuerte.

En esta hora volvemos a apelar a la unión sincera de los nacionalistas canarios. Porque tras CC no está el caos, sino hombres y mujeres que quieren seguir trabajando por su patria. Por la patria canaria.