QUIERE ser, como en la canción de Cecilia, el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro. Paulino Rivero pretende también la presidencia de Coalición Canaria, pero muchos de sus compañeros no lo quieren ahí porque no desean que los cargos orgánicos se acumulen a los cargos políticos. Todo el barullo que ha armado Rivero con el petróleo -dice eldiariodetenerife.com- obedece a una estrategia personal para captarse a los presidentes de los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, que no querían que se les escapara la presidencia de CC. Con su actitud, Rivero les ha ablandado el corazón. Paulino no es ecologista y sabe además que las extracciones no conllevan peligro para nuestras costas. Pero hipoteca la extracción de posibles riquezas que nos pueden beneficiar porque él quiere seguir en el machito y gobernar también el partido. No ya solo Canarias.

Con lo de las radios de FM, Rivero ha imitado a Adolfo Suárez cuando la legalización del Partido Comunista. Lo ha hecho en Semana Santa. Cuando los medios están algo despistados y la pasión por la prensa se desparrama. Rivero ha sido un cobarde en este asunto. Un cobarde o un listo. Todo el mundo le ha advertido de que este concurso va a ser anulado por los tribunales, como ya ocurrió con el de la televisión, pero él va a lo suyo. Ahora, los representantes de las radios alegales que no obtuvieron licencias en el pastel de Paulino lo han llamado mentiroso. Con todas las letras. Y relatan, una a una, sus trolas. ¿A qué juega Rivero? ¿Quién se cree que es? ¿Hasta qué punto su propio partido va a tolerar que este hombre destruya la esperanza nacionalista?

Rivero está amarrando el congreso. Todas las protestas de los críticos, cada vez mayores, pueden estrellarse ante el muro del Paulinato antes de que CC decida su futuro, en junio. Pero, ojo, la semilla de la protesta está ahí, corre mucho, se filtra en los corazones de mucha gente de bien que queda en la coalición de partidos. Paulino ha ido demasiado lejos. Cree que es el dueño de vidas y haciendas, convirtiendo en realidad aquello de que a un mago le das poder y se transforma en un dictador. Él no puede renunciar a sus orígenes filosóficos y la filosofía del mago se encuentra escrita en algunos manuales.

Sus compañeros le advierten, pero él no hace caso. Rivero juega una peligrosa partida de cartas. El PP echa el anzuelo al PSOE, cómplice ya de tantas cosas del Paulinato. Cuidado, que no estamos los canarios en las mejores manos en este momento. Porque este señor no es el rey del mambo.